Inspiran mi evocación
imágenes del pasado,
que en mi pecho se han quedado
y hoy hacen su aparición.
Es sincera la emoción
que fluye de mis relatos,
que pasarán con sus datos
en forma amigable y fiel,
a perpetuar en papel
aconteceres muy gratos.
Mi pueblo tiene el encanto
de lo simple y cotidiano,
siempre prodiga la mano
a quien sufre algún quebranto.
Con mi décima le canto
a sus valores humanos,
al alma de sus paisanos
que perdura en el presente
y convive cordialmente
entre vecinos y hermanos.
Destacada trayectoria
fue la del Doctor Mascias,
que a toda gente atendía
con dedicación notoria.
Quedaron en la memoria
riesgosas operaciones;
en adversas situaciones
su sapiencia utilizó
y a la vida permitió
mejorar sus condiciones.
El antiguo saladero
fue primordial en el pago,
merecedor del halago
y en importancia primero.
En su labor fue pionero
congregando a mucha gente,
que trabajó eficazmente
fomentando su pujanza,
mas luego de tal bonanza
es recuerdo solamente.
Ay pueblito campesino
mis sienes blancas reflejan,
los años que ya se alejan
a prisa por el camino.
¡LAVALLE! fue mi destino
marcharme lejos de aquí,
pero siempre comprendí
el valor de mis raíces
y a los momentos felices
los guardo dentro de mí.
En algún atardecer
acortando la distancia,
llega hasta mí la fragancia
que da la ría al crecer.
Y suele permanecer
su magia por un momento,
luego en el soplo del viento
vuela a su orilla a esperar,
que la vuelva a convocar
a través del pensamiento.