TEMAS AQUÍ MENCIONADOS
Azabache Milonga
Contrastes Tango
La cachila Tango
Miedo Tango
Negracha Tango
Nonino Tango
Para lucirse Tango
Prepárense Tango
Río Sena Tango
Sensiblero Tango
Por
Julio Nudler
| Aldo Delhor
| Laureano Fernández

Piazzolla en Francia. Siempre París, chau París.

erced a una beca del Conservatorio de París y hastiado por la falta de oportunidades en el país, viajó a Francia. Pero una vez instalado en París decidió renunciar a la beca para estudiar con la célebre musicóloga Nadia Boulanger. Como sus tangos, editados por la casa Julio Korn, habían tenido exitosa difusión, las orquestas populares de Francia los conocían. Pero al existir reglamentaciones restrictivas en protección de los músicos locales que impedían que actuase en lugares públicos, sólo le estaba permitido grabar. Por esa razón, a través de Yves Baquet, director de Editions Universelles, editorial autorizada para distribuir sus obras en Francia, y Marcel Feijóo, prestigioso director de una orquesta de tango francesa, consiguió grabar en 1955 con miembros de la Orquesta de la Opera de París y el pianista de jazz Martial Solal una serie de tangos repartidos en dos LP de 25 cm.

A pesar de que en varios de ellos pueda advertirse el efecto del desarraigo, ya que fueron escritos en París, resalta la belleza de la construcción musical. Es excelente el nivel interpretativo, especialmente del bandoneón del director y arreglador, que aquí es el solista principal sobre un marco de cuerdas, arpa y piano. En este contexto, Piazzolla se desenvuelve con una libertad rítmica, melódica y armónica nunca antes conocida en el tango.

Las obras grabadas en aquella oportunidad fueron “Nonino” (tango dedicado a su padre, con una primera parte rítmica, de marcada característica bailable, y una segunda parte cantábile y melancólica), “Chau París”, “Tzigane Tango” (escrito a pedido del primer violín de la orquesta francesa que lo acompañó en esta grabación, para lucimiento de este solista), “Bandó” (nombre con que, en Francia se denomina al bandoneón), “Prepárense” (uno de los primeros tangos que Piazzolla compone en este estilo renovador y que se volvió muy popular en Francia), “Guardia nueva”, “Contrastes”, “Marrón y azul”, “Río Sena”, “Luz y sombra”, cuya melodía tiene reminiscencias de “De vuelta al bulín” imperecedero tango escrito en 1914 por el pianista José Martínez, “Sens unique” (el tránsito en sentido único, común en París, no lo era todavía en Buenos Aires), “Picasso”, “Estamos listos” y “Mi tentación”, todas de su autoría, salvo las dos últimas, mientras que “S.V.P.” también fue firmado por Feijóo. Aquí prácticamente todo el material es imprescindible.

Tras el nuevo ciclo creador inaugurado en 1950 con “Para lucirse”, Astor mostraba que el torrente de su inspiración no había sido detenido por la distancia. A su regreso de París formó una orquesta de cuerdas. Al frente de un calificado grupo de instrumentistas incluyó al legendario violinista de tango Elvino Vardaro. En el sello TK grabó un 78 rpm (soporte ya obsoleto para entonces ante el avance del longplay de vinilo) con el avanzado tango de Pugliese “Negracha”, claramente vanguardista y la milonga “Azabache” con la participación vocal de Jorge Sobral. Estas obras tampoco fueron reeditadas.



Con esta misma formación grabó para el sello Sondor en Montevideo, debido a la poca predisposición de las grabadoras locales en editar su música, un excelente LP de 25 cm. Entre los instrumentales figura su —quizá— primera versión de “Lo que vendrá”, notable por la forma en que consigue conciliar la modernidad con el respeto por el género. Se incluye, también, un tango de Vardaro, “Miedo”, en el que se pueden apreciar, merced al arreglo de Piazzolla, las cualidades violinísticas de este reconocido artista de la música ciudadana, quien fue uno de los mayores exponentes en su instrumento en la historia del tango.

Los otros temas incluidos fueron “Sensiblero”, “Tres minutos con la realidad” (obra de Astor que en su momento espantó a los tradicionalistas por no poder ser asimilado a patrones ya establecidos, salvo fuera del género, es decir, la música erudita, en este caso Béla Bartók) y “La cachila”, la primera vez que Piazzolla grababa una obra de Arolas, bandoneonista y genial compositor muerto en París en 1924 a quien Astor había dedicado un tango de elocuente nombre: “Juan Sebastián Arolas”, como si para él Arolas hubiese sido el Bach del tango. Esa pieza fue arreglada por Piazzolla para su orquesta de 1946, pero no llegó a ejecutarla.

Los temas con canto del disco de Sondor fueron el candombe “Yo soy el negro”, de Piazzolla y el escritor y dramaturgo Carlos Gorostiza, y el tango “La tarde del adiós”, en los que la orquesta presta su respaldo a la bien timbrada voz de Jorge Sobral. Pero es sobre todo en esta segunda obra de bella concepción donde Piazzolla, después de la primera intervención de Sobral, nos ofrece un solo de bandoneón de antología en el que combina con sabiduría su sorprendente técnica y su fantasía creadora al servicio del enriquecimiento de la obra original.

Del libro: Astor Piazzolla El tango culminante, de Julio Nudler, Aldo Delhor y Laureano Fernández, Editorial La Página S.A., Buenos Aires, 2001.