Por
Horacio Belmaña

Los mareados - “Los mareados”

istoriar el tango “Los mareados” nos produce el placer de aunar en esa misma historia a un exquisito de la música popular, Juan Carlos Cobián y a uno de los poetas más grande del género, Enrique Domingo Cadícamo. Esta conjunción nos ha permitido disfrutar desde hace muchos años de este hermosa pieza, que constituye un verdadero desafío para orquestas y cantores.

Esta síntesis musical y poética es la resultante de la feliz combinación de personalidades entre un músico que introdujo la melodía en el tango —Cobián— y un poeta —Cadícamo— que supo adaptarse en forma permanente a los tiempos nutriéndose de la poesía superior que incluyó a los clásicos griegos y americanos.

Juan Carlos Cobián, fino y exquisito pianista, había nacido en la ciudad de Pigüé (provincia de Buenos Aires), desde donde su familia se trasladó a la ciudad de Bahía Blanca residiendo en la calle Moreno nº 310 junto a sus padres Manuel Cobián, español, y Silvina Coria. Ésta fue “La casita de mis viejos”. Hoy se alzan en esa esquina dos modernas torres, pero un visible y coqueto letrero recuerda esta hermosa circunstancia.

Enrique Cadícamo, el último de los grandes poetas del tango, nació en Luján, (provincia de Buenos Aires), en la estancia Los Marieles. Fue el décimo hijo de un matrimonio de inmigrantes, Angel Cadícamo y Hortensia Luzzi. Su nombre se inscribe entre los escritores más prolíficos en materia poética como también, y esto lo erigió en figura siempre actual, de producción multifacética. Supo cantarle a los distintos aspectos de la vida como también utilizar el lunfardo y la poesía de alto vuelo.

Los mareados” presenta como primer antecedente a “Los dopados”. Éste último fue compuesto por Juan Carlos Cobián como un aporte musical para una obra teatral que llevaba ese mismo nombre. La letra correspondió a Raúl Doblas y Alberto Weisbach, autores también de la obra teatral.

El estreno se produjo el 4 de mayo de 1922 en el Teatro Porteño. Fue grabado por Roberto Díaz acompañado en el piano por el propio Cobián y Agesilao Ferrazano en violín, el 13 de enero de 1924 en el disco Victor 77.222, que hoy constituye una rara pieza de colección. También lo grabó Fresedo en forma instrumental en Victor nº 73.552, el 20 de mayo de 1922. La letra que mencionamos fue sustancialmente distinta y para ejemplificar reproducimos solamente:

Pobre piba, entre dos copas
tus amores han logrado.
Triste hazaña de un dopado
que hoy festeja el cabaret


Los dopados” fue olvidado al poco tiempo hasta que dos décadas después y tal como lo relata Cadícamo en sus memorias, un día Troilo llega muy entusiasmado a su departamento trayendo la vieja grabación de Fresedo en la creencia de que era una pieza instrumental solamente y solicitándole que escribiese una letra. Ambos ignoraban que este tango ya tenía letra. Los reparos de Cadícamo se basaban en la ausencia de Cobián que en esos momentos se hallaba en los Estados Unidos, pero confiando en su gran amistad con el músico se decidió a escribir “Los mareados”, lo que implicaba no sólo una nueva letra sino inclusive el cambio de nombre del tango y confiando, como ocurrió, que recibirían a Cobián con un verdadero éxito.



A diferencia de la versión original en que la primera parte musical funcionaba como introducción sin canto, la letra de Cadícamo ocupa las tres partes diferentes de la obra de Cobián en un acople tan perfecto que se reproduce la simbiosis de “Nostalgias” del año 1936. Troilo realiza unos arreglos perfectos y lanza un verdadero éxito estrenando “Los mareados” con la voz de Francisco Fiorentino en el cabaret Tibidabo en el año 1942 con los versos que nos son tan conocidos:

Rara...
Como encendida,
te hallé bebiendo
linda y fatal.


Poco duró su difusión. En el año 1943 la censura impuesta por el gobierno militar obligó a suprimir el lenguaje lunfardo, como así también cualquier referencia a la embriaguez o expresiones que en forma arbitraria eran consideradas inmorales o negativas para el idioma. Esta disposición desvirtuaba las letras a punto tal que, en muchos casos, su interpretación representaba un serio problema para el director y para el propio cantor. Cadícamo se vio entonces obligado a escribir una nueva letra, con un nuevo nombre: “En mi pasado”. Si bien reproduce la tercera parte, modifica totalmente las dos primeras que comienzan:

Separémonos sin llanto
y esta escena no alarguemos...
Es preciso que cortemos más,
te quiero tanto y tanto...


Ésta versión reconoce una grabación realizada en aquel tiempo por al cantante Andrés Falgás.

Enrique Cadícamo no era hombre de soportar presiones. Cuando fue citado por un funcionario de la Dirección de Cultura que objetaba la letra de “Los mareados”, el poeta se sentó frente a una máquina de escribir y redactó algunas estrofas que sometió a consideración del funcionario. «¿Así le gusta?», preguntó. «Esto está mejor», contestó el censor, a lo que Cadícamo rompiendo en pedazos lo que acababa de escribir, le contestó: «Pues sepa que esto es una porquería».

Los mareados” resurge en su forma auténtica en el año 1949. Ello ocurrió cuando los poetas y músicos que trataban de sobrellevar esta situación insostenible, solicitaron una entrevista al Presidente de la Nación, entonces el General Juan Domingo Perón. La audiencia fue concedida el 25 de marzo de 1949. Encabezada por Homero Manzi, la delegación estaba integrada entre otros, por Francisco Canaro, Aníbal Troilo, José Razzano, Charlo, Enrique Cadícamo, Alberto Vaccarezza y Lito Bayardo.

Todo fue muy rápido e informal. Perón los saludó y dirigiéndose a Vaccarezza le preguntó: «¿Cómo esta Don Alberto? Es cierto que lo afanaron en un bondi?». La prohibición quedó levantada con esta simple expresión del Presidente. No hacía falta nada más. Ni leyes ni decretos. A partir de entonces “Los mareados” retornó a la auténtica versión de Cadícamo que nos permite deleitarnos en la interpretación de los más afamadas orquestas y cantores.

Curiosa historia la de este tango. Sobre el común denominador de la música de Juan Carlos Cobián se escribieron tres letras que le impusieron tres nombres: “Los dopados”, “Los mareados” y “En mi pasado”, pero más curioso resulta la posible influencia de un tercer personaje: el poeta francés Paul Geraldy, cuyo verdadero nombre era Paul Le Fèvre.

Este poeta alcanzó gran popularidad al editar un libro “Toi et Moi” (Tú y yo) que se publicó en el año 1913. El libro tenía una musa inspiradora, la cantante lírica Germanine Lubin que inspiró a Geraldy, quien con sus fogosos 28 años seducía a su amada con versos. Uno de ellos, titulado “Finale”, dice lo siguiente: «Ainsi, dèjá, tu vas entrer dans mon passe» (Así, tú vas a entrar en mi pasado). La versión traducida al castellano por E. Diez de Medina, decidió ignorar esa línea. La traducción del uruguayo Edmundo Bianchi la destruyó, dejándola de la siguiente manera: «Así, tu en mi pasado vas a entrar». Pero una tercera traducción fue la acertada: «Hoy vas a entrar en mi pasado».

El investigador Ricardo Ostuni advierte la influencia del poema de Geraldy, que considera un antecedente que influyó directamente en Cadícamo o que al menos lo inspiró en su verso. Ostuni completa las líneas del verso para demostrar su teoría:

Vas a entrar desde ahora
por siempre en mi pasado.
Y hoy de nuevo su vida
cada cual ha tomado,
y qué grandes creímos
nuestros dos corazones,
Y mirá en lo que ahora
nuestra pasión quedó.


Nos queda la duda expresada por el talentoso escritor salteño, Carlos Hugo Burgstaller: ¿fue un secreto homenaje de Cadícamo a Geraldy? ¿Fue casual que ambos poetas imaginaran la misma línea poética? Creo que el asunto se puede aclarar diciendo simplemente, que esta coincidencia es obra de la propia retroalmientación que opera entre los poetas quienes se inspiran unos en otros.

Duda además insustancial, que cede frente a la existencia de un tango que se inscribe entre las más hermosos obras del género y que cada día se escucha con más deleite. Es el mismo deleite que nos provoca, a través de estas líneas, rendir un homenaje a dos exponentes de la calidad de Juan Carlos Cobián y Enrique Domingo Cadícamo y de manera especial a la simbiosis que ellos lograron.