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Tango
Shusheta
Tango
CREADORES MENCIONADOS EN ESTE ARTÍCULO
Sexteto Tango
Ángel D'Agostino
Ángel Vargas
Carlos Di Sarli
Carlos García
Edelmiro D'Amario
Enrique Cadícamo
Ernesto Baffa
Héctor Stamponi
Horacio Salgán
Hugo Rivas
Juan Carlos Cobián
Juan Polito
Orquesta Típica de la Guardia Vieja
Osvaldo Ribó
Roberto Di Filippo
Roberto Goyeneche
Roberto Selles
Por
Verónica Carreras Venturini
|
José Pedro Aresi
Shusheta - Las letras del tango “Shusheta” y su inspiración
ste tango de
Juan Carlos Cobián
y
Enrique Cadícamo
tiene facetas dignas de ser comentadas. En primer lugar, vale introducirse en el enigma de si su nombre rememora o tiene relación directa con algún personaje conocido del Buenos Aires de ayer.
Cobián lo compone en 1920 como «Gran tango de salón para piano», es decir una pieza que hoy denominaríamos instrumental. Diversas circunstancias que ligan al autor con Martín Álzaga Unzué, más conocido como Macoco, permiten suponer con bastante fundamento que él es la persona en quien pensó Cobián al bautizar este tango. Además de ser su amigo, Macoco reunía todas las condiciones para ser considerado un
shusheta
. El significado más directo de este término lunfardo es «petimetre», palabra que el diccionario español señala como proveniente del francés:
petit maître
, es decir
señorito
.
Según la opinión de muchos, Martín Alzaga Unzué fue el último de los playboys argentinos. Era un joven buen mozo, deportista, millonario y seductor, razones por las que su nombre encuadra perfectamente en la figura que este vocablo lunfardo pretende calificar. En conversaciones mantenidas con gente del ambiente, la mayoría opina que Cobián se inspiró en su amigo Macoco.
“
Shusheta
”, en su versión instrumental, fue llevado al disco por primera vez en el año 1923, interpretado por un sexteto dirigido por su autor. También lo grabaron después, entre otros:
Carlos Di Sarli
,
Juan Polito
,
Horacio Salgán
,
Héctor Stamponi
,
Ernesto Baffa
,
Carlos García
en solo de piano, el Nuevo Quinteto Real, Los Astros del Tango, Pocho Palmer,
Roberto Di Filippo
(bandoneón), el Sexteto Ciudadanos del Tango y recientemente la
Orquesta Típica de la Guardia Vieja
.
Relata
Enrique Cadícamo
en sus
Memorias
que recién en 1922 conoce personalmente a Cobián, con quien entabla una gran amistad. Luego el músico viaja a Estados Unidos, de donde regresa en 1928. y un año después le pide al poeta que le ponga letra a diversos tangos de su autoría, entre ellos a “
Shusheta
”.
Según Juan Ángel Russo, miembro titular de la Academia Nacional del Tango, la letra que Cadícamo escribió en 1934 es la siguiente:
Pobre shusheta, tu triunfo de ayer
hoy es la causa de tu padecer...
Te has apagao como se apaga un candil
y de shacao sólo te queda el perfil,
hoy la vejez el armazón te ha aflojao
y parecés un bandoneón desinflao.
Pobre shusheta, tu triunfo de ayer
hoy es la causa de tu padecer.
Yo me acuerdo cuando entonces,
al influjo de tus guiyes,
te mimaban las minusas,
las más papusas
de Armenonville.
Con tu smoking reluciente
y tu pinta de alto rango,
eras rey bailando el tango
tenías patente de gigoló.
Madam Giorget te supo dar
su gran amor de gigolet,
la Ñata Inés te hizo soñar...
¡y te empeñó la vuaturé!
Y te acordás cuando a Renée
le regalaste un reló
y al otro día
la fulería
se paró.
Es importante señalar que esta letra nunca fue registrada, ni tampoco incorporada a ninguna de las partituras oportunamente editadas por Breyer Hnos. y que recién el 27 de junio de 1938,
Juan Carlos Cobián
inscribe en SADAIC la música de “
Shusheta
”.
Cuenta Cadícamo que en el año 1944,
Ángel D'Agostino
le pide que adapte la letra de “
Shusheta
” a los tiempos que corren, pues para ese entonces el gobierno había prohibido el uso de palabras lunfardas en los tangos. Cobián autoriza a realizar dicha modificación y es así como “
Shusheta
” se convierte temporariamente en “El aristócrata” y sus versos dicen así:
Toda la calle Florida te vio
con tus polainas, galera y bastón...
Dicen que fue, allá por su juventud,
un gran Don Juan del Buenos Aires de ayer.
Engalanó la puerta del Jockey Club
y en el ojal siempre llevaba un clavel.
Toda la calle Florida te vio
con tus polainas, galera y bastón.
Apellido distinguido,
gran señor en las reuniones,
por las damas suspiraba
y conquistaba
sus corazones.
Y en las tardes de Palermo
en su coche se paseaba
y en procura de un ensueño
iba el porteño
conquistador.
Ah, tiempos del Petit Salón...
Cuánta locura juvenil...
Ah, tiempo de la
sección Champán Tango
del Armenonville.
Todo pasó como un fugaz
instante lleno de emoción...
Hoy sólo quedan
recuerdos de tu corazón...
Toda la calle Florida lo vio
con sus polainas, galera y bastón.
El 5 de abril de 1945
Ángel D'Agostino
, con la voz de
Ángel Vargas
, graba este tango pero suprimiendo en el canto las estrofas quinta y sexta. Es muy posible que el maestro
Ángel D'Agostino
haya sacrificado esos versos con el fin de darle más cabida a la música propiamente dicha, dado el estilo milonguero de su orquesta.
Esta letra es la más conocida por el público y fue precisamente la voz de
Ángel Vargas
la que más se identificó con ella, grabándola nuevamente el 30 de agosto de 1957 con la orquesta de
Edelmiro D'Amario
. Por su parte
Roberto Goyeneche
la llevó al disco con el
Sexteto Tango
en el año 1984.
Lo curioso es que recién el 22 de febrero de 1946 Cadícamo inscribe en SADAIC esta nueva letra, que con algunas alteraciones responde a la transcripta precedentemente.
Por ejemplo, Vargas y después Goyeneche, emplean la frase: «con sus polainas, galera y bastón», mientras que en la letra archivada en SADAIC, figura: «con sus polainas, chambergo y bastón». Otro tanto sucede cuando dicen: «engalanó la puerta del Jockey Club», mientras que Cadícamo escribió: «que engalanó las fiestas del Jockey Club». Pensamos que estas licencias deben haber contado, en su momento, con la aprobación del poeta. Según hemos podido averiguar, esta letra tan conocida y registrada en SADAIC no aparece incorporada a ninguna partitura de “
Shusheta
”.
Nos han informado en dicha sociedad que la entidad solamente reconoce oficialmente las letras que figuran en las partituras editadas; por lo cual en el caso del tango “
Shusheta
”, solamente reconoce como letra oficial la que aparece en la edición que fuera realizada por la casa Ricordi y cuyos versos poco tienen que ver con los cantados por Vargas y Goyeneche.
Hemos tenido en nuestras manos la partitura publicada el 22 de septiembre de 1965 por la mencionada editorial, es decir varios años después de fallecido el autor de la música. Hacemos hincapié en este hecho pues en vida de
Juan Carlos Cobián
, la portada de las partituras editadas por Breyer Hnos. siempre mostraron una figura que lucía una especie de galera en su cabeza, polainas y pipa. El bastón estaba ausente. En cambio, la portada de la edición de Ricordi lleva una ilustración acorde a la «nueva» letra incluida en ella. Así se puede ver delante de un fondo de casas bajas, un farol y recostado en él un hombre de remarcada pinta maleva, con lengue y chambergo. No obstante este último detalle, la letra hace referencia al uso de la galera y en su todo dice así:
Toda la calle Florida te vio
con tus polainas, galera y bastón.
Hoy quien te ve...
en falsa escuadra y chacao,
tomando sol con un nietito a tu lao.
Vos, que una vez rompiste un cabaré,
hoy, retirao... ni amor, ni guerra querés.
Toda la calle Florida te vio
con tus polainas, galera y bastón.
Te apodaban el shusheta
por lo bien que te vestías.
Peleador y calavera
a tu manera te divertías...
Y hecho un dandy, medio en copas,
en los altos del Casino
la patota te aclamaba
si milongueabas un buen gotán.
Ah, tiempo del Petit Salón,
cuánta locura juvenil...
Ah, tiempo aquel de la Sección
Champán-Tango de Armenonvil.
Todo pasó como un fugaz
instante lleno de emoción.
Hoy solo quedan
recuerdos en tu corazón.
Toda la calle Florida te vio
con tus polainas, galera y bastón.
La única grabación conocida de esta versión fue realizada en 1978 por
Osvaldo Ribó
, acompañado en guitarra por
Hugo Rivas
y en la misma, el interprete respeta enteramente los versos transcriptos anteriormente.
Dice Juan Ángel Russo, que las letras de “
Shusheta
” fueron inspiradas por el Payo Roqué y al afirmarlo agrega: «Esto solía contarlo en reuniones de café nuestro querido y recordado Cadícamo». Vale recordar que el citado personaje, fallecido en el año 1932, fue según crónicas de la época: «una figura característica de los medios bohemios, cuyo nombre era Benjamín Roque y su apodo El Payo Roque», quien, según esos mismos comentarios, «fue amigo de todos, silbador maravilloso que jamás había trabajado pues vivió de la benevolencia de sus amistades». Ya fuera su apodo Roque o Roqué, nos quedan dudas que dicha figura haya sido el
shusheta
que inspiró a Cadícamo. Existen otras personas, entre ellas José Carlos Corbatta, que en una nota del 11 de septiembre del 2000 publicada en el sitio
Historia del País
en Internet, dice haber escuchado de su padre que el tango “
Shusheta
” fue dedicado a Jorge Newbery.
Nos encontramos así frente a un enigma de no fácil resolución, por lo cual consideramos que no sería serio de nuestra parte afirmar que las letras de “
Shusheta
” hayan tenido un inspirador determinado. Es por ello que creemos interesante repetir aquí lo dicho por Cadícamo a
Juan Carlos Cobián
respecto del motivo en que se inspiró para escribir la letra de “
La casita de mis viejos
”: «Cualquier semejanza con seres vivientes o extintos, será simple coincidencia». Estas palabras bien podrían ilustrarnos acerca de los muchos motivos de inspiración que colmaron la vena poética de
Enrique Cadícamo
al escribir las letras de sus tangos.
Como si todo esto no fuera suficiente, es interesante destacar que la partitura editada por Breyer Hnos. fue dedicada por Cobián «al señor Julio Martel», obviamente no se trata del cantor por una cuestión cronológica. La editada por Ricordi, que hemos consultado en la biblioteca de la Academia Porteña del Lunfardo, fue ofrendada por Cadícamo al señor Mango Guerrico.
Antes de finalizar esta crónica, deseamos expresar nuestra coincidencia con el maestro
Roberto Selles
, cuando en uno de sus trabajos dice: «en el campo de la investigación, ninguna afirmación es absoluta».
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