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Historia de "La López Pereyra" y su relación con el tango
os conflictos que derivaron de la discusión de la autoría de esta popular zamba -la zamba por excelencia de la provincia de Salta- recién se resolvieron en los finales del siglo veinte.
Se trata de una melodía que comienza a tomar notoriedad por el año 1900 y llama la atención que especialistas en música criolla nada hayan podido aportar al tema. La excepción estuvo a cargo del impar coleccionista de tango Héctor Lorenzo Lucci, quien también tiene muchos discos de nuestra música criolla.
Cuando el folklore argentino tuvo un inesperado y extenso auge, promediando la década del '50, escuché decir que el título de la ya famosa zamba aludía a una mujer: la López Pereyra. ¡Nada más alejado de la verdad! El artículo “la” sólo puntualiza que la melodía tiene ritmo de zamba, no es por ninguna señora.
//1307//Un año atrás, despertó mi curiosidad, el relato de uno de los componentes del cuarteto vocal Los Artilleros, el señor Raúl Milano, cuando mencionó que el tal López Pereyra había sido un abogado salteño, quien salvó de la cárcel al músico y guitarrero Artidorio Cresseri, quien había cometido el desliz de matar a una mujer. Por esta acción, y en señal de agradecimiento, recibió el homenaje que la zamba llevara su apellido.
Héctor Lucci, una buena cantidad de años atrás, me relató que había conversado largamente con el anciano hijo de don Artidorio. Que este le contó que su padre había nacido en Salta el 5 de marzo de 1862 y fallecido en la misma ciudad el 8 de octubre de 1950, lo que se contradice parcialmente con la lectura de unos párrafos del voluminoso expediente judicial, originado mucho más tarde, donde se expresa que Cresseri era de origen italiano, de profesión músico, director de bandas. También le dijo que la música le pertenece a su padre y, con respecto a la letra hecha posteriormente, los primeros versos al periodista local Arturo Gambolini y el resto, la mayor parte, al cantor y poeta uruguayo Juan Francia. Y que había colaborado activamente en la adaptación definitiva de la letra a la melodía del canto, el propio doctor López Pereyra.
Con anterioridad a la letra y cuando aún la zamba no tenía título, Cresseri se la hizo conocer a la madre de los, luego famosos, hermanos Ábalos, que no sólo la difundió en diversas reuniones sino que además, habría sido ella la que la bautizó como “La chayateña”.
Retornando a Salta, una vez resuelto a favor de su padre el litigio judicial, el hijo de Artidorio relata en una publicación lo siguiente: «En plena reunión —se refiere a una peña- alzados ya los ánimos, López Pereyra le pidió a Cresseri que ejecutara esa "chilena" que tanto le gustaba. Fue entonces cuando, tocado también por la emoción del momento, éste le dedicó su composición bautizándola en su homenaje con el título original: “Chilena dedicada al doctor Carlos López Pereyra". El entusiasmo obliga a la repetición y el doctor la baila con una dama santiagueña, así se consagra el bautismo de la zamba».
Cresseri reformó el título en los originales siguientes que firmara y cediera a sus amistades y este quedó reducido al apellido de su dilecto amigo. Los versos originales de Gambolini fue ponderado entre otros por el payador José María López (1885-1967), testigo presencial del nacimiento y bautizo de la zamba, pero aquellos versos parecen desvanecerse en el tiempo o bien quedaron incluídos en la letra posterior y definitiva.
Se necesitan nuevos aportes para dilucidar la cuestión. Surge entonces la presencia del famoso y legendario payador uruguayo Juan Francia, también amigo personal de Cresseri y a quien se le asignó la autoría de las tres primeras estrofas con las que, por mucho tiempo, fue cantada la zamba, la cuarta estrofa fue incorporada con posterioridad y se desconoce quién la hizo.
Vale agregar que aquel día de la peña cuando nació la dedicatoria, fue una ocasión especial, 25 de abril, cumpleaños de López Pereyra (1875-1929).
Un trabajo periodístico firmado por Luis A. Lescano, coincide en el agradecimiento de Artidorio a su abogado, juez de instrucción por entonces, por haberlo librado de un problema policial. Pero también ofrece una versión menos impactante: el jurisconsulto era habitual concurrente a reuniones donde, por supuesto, la música no faltaba y supo coincidir varias veces con el guitarrero, a quien indefectiblemente le solicitaba la ejecución de la zamba, sabiendo ya el músico de que se trataba llegaba la respuesta de inmediato. La gran difusión del tema llevó al vulgo, aún cuando no estuvieran presentes ninguno de los dos personajes, a pedir al músico de ocasión: "la de López Pereyra", haciendo referencia a la zamba que éste siempre gustaba escuchar.
Han dicho, que los problemas legales comenzaron por 1916 cuando en la provincia de Santiago del Estero, Andrés Chazarreta publica su segundo álbum de nuevas composiciones y entre ellas figura "La chayateña". También, que fueron familiares de Cresseri -aún con vida- los que iniciaron acciones judiciales y que Chazarreta siempre reconoció que se trataba de una zamba salteña que supo escuchar algunas veces y que desconocía el autor.
Nadie debe poner en duda la capacidad de Chazarreta como músico, director y compositor, con más de 400 obras incluyendo las recopiladas. Esta última actividad no debe tomarse a la ligera o como artera apropiación de creaciones ajenas. Gracias a los recopiladores melodías perdidas pudieron llegar a oídos de los pueblos, vaya como un ejemplo, entre tantos: "La zamba de Vargas".
En nuestro caso el conflicto llegó porque en Salta estaban completamente convencidos que la zamba tenía autor o bien porque Cresseri la había recopilado antes.
Fue inscripta en SADAIC en 1958 y unos diez años más tarde se falló en favor del salteño, hubo una apelación y en definitiva se fueron más de veinte años hasta el fallo ratificatorio y definitivo.
Amigos de Cresseri no confiaban para nada en la labor de recopilación de Chazarreta y crearon una letra burlona, sin sutilezas, para cantar con la melodía de la zamba:
Esta zamba fue robada
por don Andrés Chazarreta
al viejo don Artidorio
que duerme bajo la tierra.
Y es bueno que ustedes sepan
que aquel ladrón
se llevó el broche de oro
cobrándose derechos de autor.
Por los campos tucumanos
llevan preso a un santiagueño
por haberse hallado un caso
antes que pierda el dueño.
Y para justificarse
le dijo al juez,
Señor juez no me condene
yo soy sobrino de don Andrés
Yo canto de este modo
porque mi'e olvidau la letra
pero lo que no me olvido sí,
es el robo de Chazarreta.
Esta zamba es más salteña
que el cigarrillo de Villagrán
y tiene sabor a coca
y a cacharpaya de carnaval.
La historia de los derechos autorales es muy extensa y muchos datos se podrían agregar, incluso para perfeccionar lo hasta aquí relatado. Tenemos el ofrecimiento de recorrer hoja por hoja los varios tomos de expedientes que resultaron de tal porfía. Pero dejamos esto en un segundo plano para referirnos al impacto que en Buenos Aires produjo la melodía.
Seguramente fue ejecutada en la presentación del conjunto de don Andrés Chazarreta, en el mes de marzo de 1921, en el teatro Politeama. Pues en ese mismo año y en el siguiente se producen dos hechos muy significativos.
El primer nombre que surge es el de Adolfo Rosquellas, un muchacho que gozaba de la buena situación económica de sus padres, que era músico aficionado y viajero. Compuso el tango "Una pena", grabado por Gardel y, con anterioridad, había tenido éxito con el tango "Pura clase".
En 1921 da a conocer otro tango: "Cap Polonio". Este título alude al nombre de un lujoso barco de turismo que, recorriendo los mares del sur y extendiéndose hasta Brasil por el norte, hacía pasar distendidas jornadas de ocio a sectores adinerados de nuestra sociedad. Y algunos buenos ratos, sin dudas, se debían a las actuaciones de la orquesta que permanecía a bordo y que, en varias ocasiones, fuera dirigida por Francisco Lomuto, acompañado por músicos que años más tarde tuvieron una destacada actuación en el tango. Uno de ellos fue Rosquellas, que rememorando momentos vividos, pese a su juventud, realizó el homenaje. Muy pronto su situación económica cambia y lo que era una afición se trocó en profesión. Viajó a Norteamérica y allí fue exitoso, grabó numerosos discos con su orquesta denominada Don Pancho.
¿Por qué destacamos "Cap Polonio"? En 1922 fue llevado al disco, con buena repercusión de ventas, por el conjunto de Roberto Firpo y allí se escucha una primera parte, sin ningún atractivo musical que suena a modo de introducción, pero en la segunda, sí se destaca la melodía, sorprendiendo las notas de "La López Pereyra".
No tenemos conocimiento que esta apropiación, aunque parcial, haya provocado alguna protesta. Es posible que esto no ocurriera por el hecho de estar en tiempo de tango o bien porque no figuraba como autor Chazarreta.
En ese mismo año "Cap Polonio" es registrado en solo de piano por Enrique Delfino, lo cual realza los valores de la composición, por el alto nivel que como autor ya ostentaba Delfino y porque, además, él era de dar preferencia a su propia obra.
Es importante destacar que el tango en cuestión había causado suceso. Tanto es así que Ignacio Corsini le solicita al letrista Juan Andrés Caruso que le ponga letra y lo graba de inmediato. El resultado fueron unos versos que nada tuvieron que ver con el barco. Se refieren a las aventuras palurdas de un tal Julián.
En 1927 la orquesta de Francisco Lomuto lo incorporó a su discografía. Luego en 1948 lo hizo el trío de Ciriaco Ortiz y en la década del 70 los extravagantes Tuba Tango.
Otra curiosidad es cuando, en 1964, José Canet, realiza su propia adaptación de la zamba en tiempo de tango y solamente quita el artículo "la" al título original, por tratarse precisamente de un tango. Así surge el tango "López Pereyra", que con el acompañamiento de sus guitarras, es registrado fonográficamente con la letra original por el cantor Alberto Marino.
Pero el impacto provocado en 1922 no se agota en lo hasta aquí relatado. Ese año el dúo Gardel-Razzano tiene en su repertorio una tonada titulada "El sapo y la comadreja". Cuando resuelven llevarla al disco, se enteran que no es un tema popular y por lo tanto anónimo, sino que pertenece al reconocido criollista Cristino Tapia. Autor de más de 200 temas y catorce de ellos llevados más adelante al disco por Carlos Gardel.
Entonces -según acota Orlando del Greco- le preguntaron a Tapia y éste contestó que no era el autor, que él la escuchó alguna vez y sólamente le adosó algunos versos para poder cantarla. Asunto resuelto, se hizo el disco figurando el dúo y el mismo Tapia como autores.
¿A qué viene esta historia? Viene porque la melodía de la tonada es exactamente igual a la de "La López Pereyra", y más nítida aún que en "Cap Polonio"; ya que aquí no existe introducción ni primera parte. Aquí las guitarras hacen una breve entrada y después surgen las tres historias apenas humorísticas. Luego cada una las guitarras hace un puente y continúa tal cual la melodía que conocemos. En el año 1940 la grabó Charlo, que la transforma ligeramente gracias a los matices y fiorituras que incorpora jugando con su calidad vocal, totalmente presente en este registro.
Por último y volviendo a Artidorio Cresseri, aquellos que lo defienden de los que han dicho que no era más que otro compilador que se adelantó a Chazarreta -lo cual es muy posible- han enumerado por lo menos cuatro títulos de su autoría: Zamba para Palmira, Bailecito de Bolivia (bailecito), "Al pié del Chañí" (Vals) y "Ofrenda" (vals).