Por
Recuerdo - El tango “Recuerdo”, un secreto de familia
l tango “Recuerdo” nació en una época donde el género crecía y evolucionaba permanentemente, donde la inspiración de los compositores parecía infinita, tanto que hoy resultaría difícil elegir una «bisagra», un hito, a partir del cual uno concluya que hay un antes y un después de tal o cual obra.
Sin embargo, podemos afirmar que “Alma de bohemio” (1914) de Roberto Firpo es una marca indudable de la vanguardia creativa. Por la originalidad de su estructura melódica y por la compleja densidad de su música, que nos preanuncia la aparición del tango más elaborado, del tango moderno. Lo mismo ocurre con “Recuerdo” diez años después, con la diferencia que tuvo letra casi desde su creación y que esta también influyó, finalmente, en el resultado musical de la obra. Recordemos que los versos de Juan Andrés Caruso de “Alma de bohemio” son de 1929, es decir, quince años más tarde de su creación.
“Recuerdo” es otro punto de inflexión en el desarrollo de la creación tanguera. Para muchos, el mejor tango que hubo, no sólo por sus atractivos estéticos si no también, porque abrió nuevas perspectivas en la composición.
Pero “Recuerdo” tiene una historia muy especial, delicada, que se desarrolla en los enigmáticos desfiladeros por donde transitan las relaciones familiares y sobre todo, si tomamos en cuenta que estamos hablando de uno de los más grandes artistas que nos dio el tango: el maestro Osvaldo Pugliese.
El asunto no es sencillo, no sólo se refiere a la identidad del compositor, también al origen de su variación y al contexto documental (partituras y discos).
El tango aparece editado en 1924 con la única mención de que la música es de Adolfo Pugliese. La edición con la letra de Eduardo Moreno fue publicada unos meses después.
La partitura dice en su parte inferior derecha: «Único editor autorizado. A. Pugliese. Acevedo 220. U.T.65, Chacrita 2260».
Son variadas y contradictorias, las conclusiones de los muchos investigadores que analizaron el tema. Algunas opiniones, dan poca relevancia al hecho de la firma del tango por parte del padre de Osvaldo y lo justifican en razones circunstanciales.
Luis Adolfo Sierra menciona algunas obras anteriores de Osvaldo: «El tango titulado “Primera categoría”... Le seguirán luego, casi sin solución de continuidad “El frenopático”, “Gauchita sentimental”... Antecedentes todos y acaso precursores de su obra fundamental que es el tango “Recuerdo”... tango instrumental de mayor trascendencia estilística y renovadora que se haya compuesto. Lo estrenó el cuarteto del bandoneonista Juan Fava, en el café Mitre de Villa Crespo». Y agrega en una nota al pie de página: «Acerca del equívoco tan difundido en razón de haber aparecido en las primeras ediciones del tango “Recuerdo” el nombre de Adolfo Pugliese como autor de la obra, corresponde aclarar que fue simplemente una medida precautoria por parte del editor y padre de Osvaldo Pugliese, dado la minoría de edad de éste —quien apenas contaba 19 años— en circunstancias que no estaba todavía debidamente legislada la protección legal de los derechos intelectuales». Y al final subraya: «... nadie de buena fe puede poner en tela de juicio quien es el verdadero autor». (La historia del tango, volumen 14, editorial Corregidor)
Lo mismo dice el coleccionista Osvaldo Firpo: «Se efectuó la edición a nombre de don Adolfo Pugliese, padre de Osvaldo, por la minoría de edad de éste. Tiempo después concurrieron juntos padre e hijo a la Sociedad de Autores a registrar definitivamente el tango a nombre de su creador».
Roberto Selles sostiene que la causa fue económica y se remonta a una entrevista que hiciera al maestro, donde este le confesó que le entregó el tango a su padre, porque tenía dificultades en su empleo y andaba escaso de recursos.
La misma opinión parecieran tener Oscar del Priore e Irene Amuchástegui al citar una charla mantenida entre el músico y el escritor Arturo Lozza: «Pero en ese entonces mi padre sufrió un gran inconveniente con su profesión de músico, de flautista... Entonces mi viejo comenzó a trabajar como corredor de partituras musicales.... Una noche..., papá me propuso editarlo. Bueno, editalo, agarrátelo, ¿para qué lo quiero yo?» (Cien tangos fundamentales, de Oscar del Priore e Irene Amuchástegui, editorial Aguilar.)
Para Horacio Ferrer el tema es absolutamente ocioso, pero tiene el convencimiento de que la obra es de Osvaldo, por su estructura, su calidad, su estilo. Descalifica a aquellos que mencionan otros autores y destaca el hecho de que se trata de un tango muy importante para ser hecho por un personaje ignoto, de trayectoria autoral desconocida. Para Ferrer resulta irrelevante el motivo por el cual lo registró el padre.
Hasta aquí, la versión «oficial». Pero otros investigadores que se basan en los elementos documentales o, que entrevistaron a personalidades de aquellos años, opinan diferente.
El coleccionista Bruno Cespi tenía serias dudas sobre la autoría y rechaza el argumento de la minoridad de Pugliese porque tiene en su poder tres partituras: “Primera categoría”, “Carlitos” y “El frenopático” (1922-1923), todas anteriores y editadas con su nombre.
Esta opinión es compartida por Héctor Lucci, quien agrega que no sólo las ediciones musicales llevaban el nombre del padre, también los discos. La primera grabación de “Recuerdo” fue de la orquesta de Julio De Caro, el 9 de diciembre de 1926 en forma instrumental. En 1927 lo graba por primera vez cantado, la cancionista Rosita Montemar, con el acompañamiento de músicos del sello Víctor. La orquesta Bianco-Bachicha, lo registra en forma instrumental en París, en 1928. Y en 1930, la Orquesta Típica Victor, con la voz de Roberto Díaz. En todas las etiquetas figura A. Pugliese. Y más aún, todavía figura así en el disco RCA-Víctor 39776, de la versión de Ricardo Tanturi de 1942.
Para Néstor Pinsón, el tango es del hermano, Vicente Salvador Pugliese Fito, violinista, quien tenía mala relación con su padre, a quien le recriminaba ser mujeriego y bebedor y además, de sobreprotejer a su hermano Osvaldo. Lo llamaban Fito, por el simple hecho de ser hijo de Adolfo. Un día abandonó la casa paterna y se fue al sur del país abandonando el pentagrama de su obra.
La persona que se lo contó, es un gran bandoneonista y director, quien además recuerda que estaba en el café ABC con Eduardo Moreno, cuando se apareció el violinista Emilio Marchiano (El Rengo) para pedirle al letrista, que vaya a la casa de Fito para ponerle versos a un tango. Termina su historia diciendo que el hermano nunca volvió a su casa y murió en Mar del Plata.
La misma historia le relató, con lujo de detalles, el autor de la letra, Eduardo Moreno (1906-1997): «...una de las causas de las peleas de Fito con el padre fue que Osvaldo de muchachito, fue medio enfermo, muy flaco, débil y le echaba la culpa a don Adolfo porque este era de andar con mujeres y cada tanto tenía alguna enfermedad de transmisión sexual. La conducta del papá era la razón por la cual el hijo tenía esos problemas. Hasta que un día Fito se fue de la casa, dejó el violín, dejó todo. Bueno... la música de “Recuerdo” es suya».
Pero acá no acaba la cosa. La famosa variación final, que le da ese toque magistral a la obra tampoco le pertenecería a Osvaldo. La misma fue hecha al poco tiempo en ocasión de agregarse la letra y le pertenece al bandoneonista Enrique Pollet, El Francés (1901-1973), en colaboración con Eduardo Moreno. La adaptación de los versos a la música obligó a rediseñar también otras partes del tango. La fuente de esta aseveración es el mismo músico, mencionado párrafos atrás, que recibió esta información de boca del propio Pollet y que me pidió no mencionara su nombre.
Cuando investigamos en las partituras de Osvaldo posteriores a “Recuerdo” nos encontramos con una curiosidad. En todas ellas se destaca que el autor es el mismo de “Recuerdo”, pero en la del tango “Ausencia [c]” de 1931, está la misma mención pero con el agregado de A. Pugliese.
En las muchas oportunidades que se le preguntó al maestro Pugliese sobre el tema, este hace un relato de cómo fue concibiendo la melodía en los viajes del tranvía. Que era un tema muy requerido en su casa. Explica el motivo del título, que en un primer momento fue “Recuerdo para mis amigos”, que después acorta cuando se edita, agregándole el subtítulo “A mis amigos”, en homenaje a la barra del café La Cueva del Chancho o De la chancha, como le decían los muchachos. Y lo ya dicho, que se lo dio a su padre para ayudarlo.
Finalmente, me decidí escribir esta nota sin la menor intención de menoscabar la inmensa figura del maestro y, parafraseando a Sierra, con absoluta buena fe. Porque me parece importante echar luz en los temas ligados a las vicisitudes de los hombres de carne y hueso, sin un falso sentido del respeto, sin banalidades, sin hipocresía. Porque la grandeza de Osvaldo Pugliese no se empaña por la búsqueda de una verdad, que de confirmarse, resultaría de menor cuantía si se compara con su extraordinaria trayectoria como músico, director y compositor.