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Por
Salvador Arancio

Las primeras grabaciones eléctricas del Zorzal

os parece importante poner en contexto histórico el momento en que se inician las grabaciones eléctricas ortofónicas.

En 1926, gobernaba el país el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, que había asumido en 1922. En el mes de febrero, llegó a Buenos Aires el hidroavión español Plus Ultra comandado por el Comandate Ramón Franco, quien en gran hazaña había atravesado el Atlántico. Ese mismo mes se organizó la Confederación Obrera Argentina. El país vive un gran movimiento inmigratorio, desde 1923 hasta 1928 ingresaron más de dos millones de personas, de las cuales regresaron a sus lugares de origen más de la mitad. El 16 de octubre se inauguró uno de los más bellos monumentos que hay en nuestra capital: el del general Carlos de Alvear, del escultor francés Antoine Bourdelle.

Gardel, que había dejado atrás una muy interesante tarea discográfica, realizada con la precariedad del sistema acústico, inicia el 8 de noviembre de 1926, en Buenos Aires, sus primeras grabaciones con el sistema eléctrico. Así, aprovechando los nuevos adelantos técnicos, grabó ese día tres composiciones de su repertorio, acompañado por los guitarristas José Ricardo, “El Negro”, y Guillermo Barbieri.

Ese hecho debemos tomarlo como un importante mojón indicativo del salto espectacular que daría El Zorzal, si apreciamos, como corresponde, todo lo que siguió con referencia a la perfección de sus grabaciones.

Comentando la importancia de la discofonía en la difusión de Gardel, el musicólogo Carlos Vega decía: «Gardel fue el primer argentino que ingresó al mundo de la “mesomúsica” industrializada y universal.» Se entiende por mesomúsica, la que está en el medio entre la música superior y la folclórica.

El mismo Vega apunta que el gran laringólogo y foniatra, el doctor Elier Gómez le comentó: «Gardel tenía un aparato vocal muy bien dotado, una laringe muy desarrollada y, por lo tanto, cuerdas largas, de ahí su voz de barítono, varonil y plena...»

A partir de esa fecha, el público de todo el mundo pudo rescatar cabalmente toda la maravilla que encerraba Gardel en su garganta; propia de un elegido como fue este cantor con mayúsculas y sin reposición, que codificó para siempre —sin saberlo— como debía cantarse nuestra canción ciudadana.

La primera grabación fue el pasodoble “Puñadito de sal”, de Nicolás Verona con versos de Lito Más. Disco Odeon nº 18.186. De la cual hizo, ese día, tres tomas distintas.

La segunda grabación fue “Mi diosa”, tango de Francisco De Caro y letra de José De Grandis. Disco Odeon nº 18.189.

La tercera, el tango “Del barrio de las latas”, de Raúl de los Hoyos y Emilio Fresedo. Disco Odeon nº 18.188.