TEMAS AQUÍ MENCIONADOS
Malena Tango
Por
Rodolfo Ghezzi

Las manos de Malena

l cantor Roberto Palmer, quien fuera durante más de treinta años la primera voz del conjunto folclórico Los Cantores de Quilla Huasi, vivió con su mujer, Elsa, en el departamento que Elena Tortolero (no Torterolo como he leído en algún libro) tenía en Maipú 746, planta baja, departamento A, en Buenos Aires. La que fuera cantante e inspiradora, para la gran mayoría, del tango “Malena”, viuda ya de Genaro Salinas y con dos hijos, Concepción y Genarito, se vio obligada a alquilar parte de su casa para poder sobrevivir.

Palmer estaba entonces con el Trío Azul, y Elena (Roberto cree recordar que su nombre era María Elena) era su representante. En algún momento quedó libre esa habitación y el cantante se trasladó con su esposa a la vivienda de la calle Maipú.

Sobre este tema he hablado en varias oportunidades con él y a raíz de las notas leídas recientemente en Todo Tango, le propuse a su director, Ricardo García Blaya, trasladar ese testimonio a estas páginas. Radicado hace varios años en España —su vida transcurre entre Madrid y Jaén—, sigue cantando y componiendo, y les aseguro que su voz conserva la potencia y frescura que le caracterizaron. Folclorista y también tanguero de ley —ha compuesto varios tangos— tiene gratos recuerdos sobre esa época de su vida.

Estamos hablando de fines de la década de los cincuenta. Recuerda Roberto que en el año 1959 cantaba como solista en la sala Le Mans, propiedad del locutor Jorge Ruanova, donde la principal atracción era el pianista Lucio Demare. El compositor de “Malena” le confirmó que Elena Tortolero era la mujer que inspiró al autor de la letra, Homero Manzi. Cuando Palmer le contó a Elena que Demare actuaba en ese lugar, le pidió que la llevase para saludar al maestro. Y así fue. El encuentro fue muy emocionante. Seguramente algún fotógrafo habrá inmortalizado ese momento.

Elena Tortolero muere en Montevideo y es Elsa, la mujer de Roberto que con Genarito, se trasladan al vecino país para repatriar los restos de la cantante y depositarlo junto a los de su marido en el Panteón de los Artistas. Me refiere Palmer que, en aquél momento, él se encontraba actuando en Chile. En una oportunidad, le contó esta historia al poeta Néstor César Miguens en Córdoba. «Algo que lo impresionó fue cuando le comenté la gracia que tenía Malena en las manos». Y de ese encuentro nació un tema precioso que se llama “Las manos de Malena”. Miguens escribió el poema y Palmer le puso música. ¿Lo recordamos?

Las manos de Malena

Yo te evoco en un tiempo de farol en la esquina
un tiempo que juntaba corralón y almacén
y el barrio compadreaba con perfume a glicinas
y encendía el otoño su luna a querosén.

Después tu adolescencia, Porto Alegre morena
el samba alucinante y el tango seguidor
la vieja Buenos Aires del patio de la escuela
y aquél Brasil ardiente de tabaco y alcohol.

Malena,
Yo me aprendí tu historia en tus manos que hablaban
en tus manos nacidas, para entibiar amor
tus manos que reían, tus manos que lloraban
con un mensaje blanco de paloma y de flor

Yo aprendí de tus manos, que la vida lastima
tus manos que cantaban más hondo que tu voz
y aprendí que los sueños, duelen como una espina
cuando agitaste el blanco pañuelo del adiós.