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Tango
CREADORES MENCIONADOS EN ESTE ARTÍCULO
Sexteto Tango
Carlos Di Sarli
Juan D'Arienzo
Julio De Caro
Osvaldo Ruggiero
Pedro Laurenz
Pedro Maffia
Por
Eduardo Rafael
Osvaldo Ruggiero y sus confidencias
e tiré una pregunta a
Osvaldo Ruggiero
y me abrió su cofre de recuerdos.
«Mi viejo se llamaba Sabatino. ¡Bien tano! Era del sur de Italia, de la provincia de Caserta, muy cerca de Nápoles. Llegó al país junto a ese aluvión de inmigrantes de fines de siglo XIX y se fue a vivir a Villa Pueyrredón. Era fabricante de mosaicos y le encantaba la música, las romanzas, las canzonetas. Y me fue contagiando su berretín desde muy chico. Aunque yo no quería saber nada, a mí me gustaba jugar a la pelota.
«Mi primer bandoneón me lo regaló él, era su instrumento preferido y me compró uno. ¡Cómo sería su locura, que hasta se puso a estudiar solfeo para tomarme las lecciones!
«El viejo fue mi único maestro, nadie más. ¡Yo sí que fui autodidacta! ¡Ni radio teníamos en casa!
«No tuve influencias de ningún otro bandoneonista. A veces me preguntan si mis raíces están en
Pedro Maffia
o en Laurenz, que eran los dos más famosos de aquella época. Y creo que a Maffia no lo escuché nunca y a
Pedro Laurenz
, ya de muy grande, cuando él tocaba en el Quinteto Real. Lo mío fue agarrar el
fueye
, darle y darle y meta estudiar, pero solito. Además hay que tener en cuenta que yo llegué a la orquesta de Pugliese a los diecisiete años. Ahí sí, Osvaldo me formó y me marcó para siempre.
«Yo había hecho algunas changuitas en conjuntos que se armaban y desarmaban. Con uno de ellos tocamos en Radio Sarmiento, que ni siquiera me acuerdo donde quedaba. Uno de los músicos, se llamaba Álvarez, fue quien me recomendó al enterarse que Pugliese estaba formando orquesta propia. Primero trabajamos en El Germinal, pero la formación definitiva debutó en el Café El Nacional, en agosto de 1939.
«La de Pugliese siempre fue una orquesta de avanzada y, dentro de ella, uno iba formando su personalidad. Tenía que hacerlo porque Osvaldo era muy exigente. Me decía: “Tenés que estudiar, ¡estudiá!”. Y yo lo tomé muy en serio porque quería sobresalir. Osvaldo insistía: “Tenés que llegar a interesar como interesa Troilo”. Me hablaba de Troilo porque era la gran figura del bandoneón. ¡Miren en el brete que me metió el hombre!
«Troilo fue el gran bandoneón. Y que no se enoje nadie. Yo sé que hubo y hay excelentes bandoneonistas. Pero a Troilo lo sentí de otra manera. Fui hincha suyo. Era muy comunicativo, muy sentimental, muy porteño y todo eso lo expresaba en el fraseo de su bandoneón. Tengo una reliquia: una foto que me saqué con él y me dedicó con una frase que no podré olvidar: “Al bandoneón que le queda a Buenos Aires”, escribió.
«Mi formación como tanguero empieza con Osvaldo. Había que ser muy temperamental porque la orquesta exigía garra, fuerza.
«Mis tangos nacieron y murieron en la orquesta de Pugliese, por ejemplo “Catuzo”, “
N.N.
”, “A mis compañeros”, “
Yunta de oro
”. Eso pasó porque cada orquesta tenía su repertorio propio. Se sentía una especie de pudor si se tocaba el tango de otro. Además, toqué veintiocho años con el maestro.
«Nunca tuve deseos de independizarme. No tengo virtudes para dirigir. Prefiero estar en el borbollón, todo lo que tengo para dar lo doy ahí. Me gusta compartir. No sé, nunca me pareció importante ser director.
«Pugliese siempre le dio una importancia especial a los bandoneones dentro de la formación de la orquesta, porque va ligado a la faz rítmica. El bandoneón, junto al bajo y al piano, marcan la percusión dentro del conjunto.
«Osvaldo fue el mejor continuador de
Julio De Caro
, pero se desprendió de él a partir de “
La yumba
” y “Negracha”. Con esos tangos nace el auténtico Pugliese, manteniendo la fidelidad a la preponderancia rítmica que viene desde los comienzos del tango.
Carlos Di Sarli
viene de Fresedo. Astor de Pugliese. Piazzolla empezó a ser Piazzolla a partir de “Negracha”. Al único que nunca le conocí raíces fue a
Juan D'Arienzo
. Cuando impuso su orquesta, allá por 1935, no tenía nada que ver ni con De Caro, ni con Canaro, ni con Firpo ¡Con nadie!
«A mi siempre me gustó. La orquesta era muy rica en ritmo y temperamento. Tenía una personalidad bárbara.Negarlo a D’Arienzo me parece una barbaridad.
«El
Sexteto Tango
tiene reminiscencias de todo aquello. Somos leales a todo eso que viene de Pugliese, de Troilo, de Di Sarli, de D’Arienzo. Es decir, tratamos de mantener la preponderancia de lo rítmico. La diferencia está en que ellos tocaban para que la gente baile y ahora no baila nadie. Ahora hay que ejecutar para ser escuchado.
«Cuando me preguntan sobre el bandoneón repito que es el instrumento que le dio su verdadera personalidad al tango. En los comienzos, cuando se tocaba con guitarra, flauta y violín, era otra cosa, la sonoridad, la agresividad, el color, a mí me enloquecen.
«Sobre mi estilo no me parece que haya seguidores. Hoy se buscan nuevas formas y me parece lógico que sea así. Además el tango ya no se toca más como antes.
«Si tuviera que elegir un tango mío, optaría por “Rezongo tanguero”, porque lo escribí pensando en mi viejo y a él se lo dediqué.
«Cuando me preguntan: ¿qué quedó de aquellos tiempos de esplendor de las décadas del 40 y el 50? Respondo sin titubear: a mí me quedó todo, hasta la juventud».
Extractado de la revista La Maga del 25/11/1992.
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