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Un sello discográfico olvidado: Phono d’Art
n el período comprendido entre 1910 y 1915, el mercado discográfico argentino conoció una interesante expansión. Fue en estos años que aparecieron muchas marcas de discos y se multiplicaron las ventas de gramófonos, surgiendo promociones que no sólo estaban orientadas al público, como un sinfín de sorteos en donde aparatos y discos eran objetos de premio, sino también hacia los mismos empresarios, que obtuvieron la posibilidad de que cualquier comercio editase placas bajo marcas propias.
Este fenómeno no era ni casual ni aislado: se enmarcaba en el contexto de prosperidad económica que estaba viviendo el país, y en el caso de los discos en particular respondía al creciente interés por el desarrollo de algunas formas musicales y por el consumo de novedades, que a veces estaba más allá de la calidad intrínseca del producto.
Tal bonanza entrará en crisis pocos años después con el desarrollo de la Gran Guerra, pero en derredor del Centenario esta preocupación no existía. La lejana contienda ítalo-turca que informaban los periódicos no afectaba negativamente a las finanzas locales, e incluso ofrecía a algunos tenderos la oportunidad de vender postales coloreadas, discos que reproducían batallas, «recuerdos» militares, etcétera. Distraída, Buenos Aires gozaba las futilidades de su belle époque.
A la par de otros reflejos más notorios de aquel momento, estaba la actividad fonográfica. Un recorrido por la populosa Avenida de Mayo (orgullo de los paseos de entonces) demostraba lo antedicho: en la esquina con Perú estaba instalado José Tagini, concesionario de Columbia Record, Odeon y Fonotipia; enfrente, la Casa Lepage, de Max Glücksmann, ofrecía los discos Victor; en el 817, la Fonografía Pathé vendía discos y aparatos con el sistema «sin púa»; una cuadra más arriba, en el 925, un local a nombre de Juan B. Tagini también proveía placas y «máquinas parlantes» de la marca Columbia.
Lejos de estar saturada, semejante competencia abastecía a una progresiva demanda. Otro comercio de este rubro floreciente abría sus puertas en Avenida de Mayo 821, con entrada también por Rivadavia 822: The Inventions Company. Esta casa se dedicaba a la venta de artículos importados, como los pianos eléctricos Maestropiano y las máquinas de escribir Royal Standard. Y entre lo más atractivo de su extenso catálogo, se destacaban los perfeccionados gramófonos Phono d’Art, con y sin corneta, con modelos baratos que podían adquirirse desde $ 12,50 hasta los más sofisticados de $ 600 m/n.
Hacia fines de 1910, The Inventions Company decide incorporar una marca de discos propia que hiciera juego con estos aparatos. Para ello destina un crédito otorgado por el Banco Mercantil del Río de la Plata, entidad que entre 1910 y 1911 beneficiará con préstamos para adquisición de mercaderías a varios productores e importadores de discos, como Juan y José Drysdale & Cía., Cassels & Co., Fonografía Pathé, Casa Lepage y otros.
El 27 de diciembre de 1910, bajo el acta nº 31.906, aparece asentado un registro a nombre de Manuel B. Piñeiro para un diseño de etiqueta de discos Phono d’Art. La misma persona vuelve a tramitar el logotipo meses más tarde, el 5 de agosto de 1911, con el acta nº 34.176.
Estas etiquetas eran muy vistosas, con una gran viñeta que representaba a la musa Terpsicore contemplando el mar (la «mujer con la lira») y debajo, en un recuadro amarillo, los datos de la grabación con letras rojas; el nombre Phono d’Art aparecía sobre la perforación, con caracteres en perspectiva.
Sin embargo, este sello no tenía grabaciones propias, sino que bajo su rótulo se editaban matrices del serial 60.000 de discos ERA (propiedad de la firma Jacuboff Hnos., aunque durante algún tiempo también fueron distribuidos por The Inventions Company). Es decir, no hubo grabaciones originales de Phono d’Art: sus registros fueron los hechos oportunamente en ERA.
Por este motivo, bajo el sello Phono d’Art se veían discos de la Banda de Policía (dirigida por el Mtro. Rivara) y de la Rondalla del Gaucho Relámpago, entre otros, con grabaciones que simultáneamente se publicaban en ERA y en otras marcas-satélites de ERA, como Artigas, Gayarre, Chantecler, Beka-Grand-Record, Parlophone Record, Scala-Record, Victoria-Record y otras.
Las placas Phono d’Art no tenían número de disco, sino de faz-matriz. Esto significa que cada lado de un mismo disco traía números distintos, siempre dentro del serial 60.000. En las etiquetas, este número de faz-matriz se ubicaba al pie.
Su repertorio era, como el de la mayoría de los sellos de ese período, variopinto. En él podían hallarse algunos tangos de moda, valses, mazurkas y otros ritmos; se codeaban el estilo “La tapera” con la “Cavalleria Rusticana” de Pietro Mascagni, y las relaciones cómicas criollas se ofertaban junto a escenas de “Un ballo in maschera” de Verdi.
No duró mucho. Un tiempo después, The Inventions Company cesó su actividad fonográfica y los discos Phono d’Art terminaron liquidándose. Poco a poco los avances técnicos y los vaivenes de la moda los fueron superando, y para 1915 ya nadie se acordaba de ellos. Toda la atención de los porteños la tenían ahora las noticias de Europa.