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Por
Justo Piernes

El último smoking de Gardel

arlos Gardel siempre tuvo cuidado con esta prenda, tan hecha a su estampa, siempre quiso que fuera la mejor.

En España, concurrió a los más famosos sastres de Barcelona para que le confeccionaran el smoking que luego luciría en algunas de sus películas.

Cuando residió en Nueva York, con motivo de las filmaciones de Cuesta abajo, El tango en Broadway, El día que me quieras, Tango Bar y su participación en Cazadores de estrellas, el cantor no estaba cómodo con los smokings que le hicieron en esa ciudad.



Entonces, ocurrió un episodio casual —durante el rodaje del film El día que me quieras—, conoció a Francisco Flores del Campo, un incipiente actor y vocalista chileno de una orquesta de jazz que tocaba en el cabaret del Hotel Waldorf Astoria.

«Una noche —cuenta el propio Flores del Campo—, la actriz mejicana Rosita Moreno me invitó a su mesa. Me dijo que quería presentarme a Gardel, y en efecto, allí estaba con su sonrisa ancha y acogedora. Me estrechó la mano y me presentó a Alfredo Le Pera. Mi sorpresa se colmó, cuando Rosita me reveló que le había sugerido a Gardel probarme para el papel de galán joven. El hecho se produjo y fui el yerno de El Zorzal en la ficción.

«Gardel no hacía diferencias en el trato con la gente, a todos los trataba igual, uno se sentía un viejo amigo suyo. El primer día de filmación se me acercó y me dijo: “Pibe, ¿así que sos chileno? Debés conocer entonces esta canción de tu tierra. Se sentó al piano y luego de unos acordes cantó el “Ay ay ay” de Osmán Pérez Freire.

«Uno de esos días, y durante el rodaje de la película, vi que me miraba de un modo especial. Se acercó, y luego me preguntó: “Decime pibe ¿dónde te hiciste ese smoking? Fijate que los que estoy usando aquí no me convencen”. Y agregó: “Como el que mi hicieron en Barcelona no tuve otro”.

«Le conté que me lo habían hecho en Nueva York. A partir de ese momento no me dejó tranquilo. Al día siguiente, por la mañana, ya me estaba buscando en el hotel. Apenas me vio, me dijo como un ruego: “Debo pedirte perdón por venir a esta hora, pero es necesario que me lleves al sastre”.

«Y fuimos en el auto que lo llevaba siempre. Atravesamos media ciudad. Era cosa de ver su cara de sorpresa, cuando se enteró que el sastre era catalán. Quedó muy feliz con su pinta. Y de regreso me comentó: “Te das cuenta chilenito, tuve que cruzar el Atlántico para encontrar acá, en Nueva York, al sastre que me hiciera el smoking que a mí me gusta”.

«Los días siguientes, durante los descansos de la filmación, Gardel se paraba frente a mí y, con ese modo tan suyo de expresar ciertas cosas, me decía con mirada y tono cómplice: “Viste pibe, con estos smokings estamos para ganar, ¡Sos un fenómeno pibe!”

«Cuando terminó la película, Gardel saludó personalmente a cada compañero de trabajo. No se olvidó ni de los tramoyistas.

«Lo último que me quedó de él fue su sonrisa. Nunca volví a verlo, pues emprendió el viaje sin regreso. Tengo en mi cabeza el instante de nuestra despedida y, además, cuando en el final del film canta “Volver”, teniéndonos abrazados a mí y a Rosita Moreno. Cantaba directo y todos estábamos atrapados por la emoción».

Extraído del diario Tiempo Argentino, junio 1985.