Por
Luis Alposta
| Oscar Himschoot

Reseña de mujeres bailarinas (Segunda parte)

ontinuación de la primera parte:

La Mulata María Celeste

La Negra María

La Negra Rosa: Era propietaria de una casa de baile, que estaba ubicada en el barrio de Pompeya.

La Ñata Aurora: Citada por Daniel J. Cárdenas en su lista de bailarinas de la primera época.

La Ñata Haydée

La Ñata Rosaura: Bailaba en la casa de Concepción Amaya (Mamita).

La Paisana: Bailarina de la primera época.

La Parda Adelina

La Parda Corina

La Parda Deolinda

La Parda Esther: Bailaba con El Pardo Santillán.

La Parda Flora: En sus últimos años vivió en Flores. Unos versos anónimos y populares en su época, decían: «Anoche en lo de Tancredi / bailé con la Parda Flora. / Estaba la Voladora. / Lo que me vido estriló». Fernando Assuncao, en El tango y sus circunstancias, nos habla de una uruguaya, de igual apodo y larga fama, que regenteaba un burdel en Montevideo. Era una morena, criolla de temple y garra como para evitar los casi inevitables desórdenes en su conocido establecimiento: el quilombo de La Parda Flora, a la que se le atribuye la frase «¡Que haiga relajo pero con orden!».

La Parda Loreto/a

La Parda Refucilo: Bailaba, alrededor de 1913, en una academia que estaba ubicada en Independencia y Pozos, famosa por «la gente de bronce» que la frecuentaba y por el prestigio de las bailarinas que concurrían.

La Paulina: «Una tana rubia, de especial belleza, por más señas, que al parecer enloquecía a los bulliciosos concurrentes a los espesos bailongos del porteño local conocido como Scudo d’Italia (Corrientes casi Uruguay), que acabó siendo la compañera de El Negro Casimiro y en cuyos brazos, dicen que éste murió, y fue sin duda una de las más famosas bailarinas primerizas del tango». (F. O. Assuncao).

La Payaso

La Peti: Bailaba con el Negro Pavura.

La Petisa Margarita: Bailaba con La Lora.

La Porota: Bailaba en lo de María La Vasca.

La Portuguesa: Amelia Undarz. Bailaba con El Mocho.



La Rubia Mireya: «Acaso Mireya no existió nunca. Posiblemente su alta, delgada y aristocrática figura no ilustró jamás el lerdo y ondulante pasar de un tango quebrado. ¡Pero...! ¡qué importa!. El tango -que la necesitaba- se la inventó en un cantable húmedo de lágrimas no contenidas. Y nosotros que somos la generación que la obtuvimos, así, aceptándola borramos el límite de la imaginación que nos la brinda para estrecharla, humana de dolor mentido, y hacemos de ella, como tipo de leyenda misma, a la señora del tango de época». (Julián Centeya).

La Sargento

La Tanita Luciana: Citada por Daniel J. Cárdenas.

La Tísica: (Catalina) Bailaba en lo de María La Vasca. Fue mujer de El Pibe Rocatagliatta.

La Vasca: Era de Montserrat. Bailaba con Casimiro Aín.

La Vasca Ernestina: Era de Villa Crespo. Bailó con El Cachafaz y con El Pendejo Echevarne.

La Vieja Eustaquia: En su casa, hacia 1895, debutó como pianista Enrique Saborido.

La Voladora: Unos versos anónimos la recuerdan: «Anoche en lo de Tancredi / bailé con La Parda Flora. / Estaba La Voladora. /Lo que me vido estriló.»

Elvira Lastra

Laura o Laurentina Montserrat: Su lujosa casa de bailes estaba ubicada en Paraguay 2512. Fue en «lo de Laura», en 1897, donde Rosendo Mendizábal compuso el tango “El entrerriano”. Estaba casada con un tal Sosa. En sus últimos años vivió en Uruguay y Corrientes. «Laura era muy matrona, alta, más bien gruesa, morocha, buena moza, de negros cabellos que peinaba en bandó, de ojos oscuros y aire distinguido. Tenía un verdadero savoir fair y, enérgica y suave a la vez, su voz insinuaba una discreta modulación provinciana, quizás mendocina, casi imperceptible, que le daba gracia. Tuvo una hija —a la que cuidaba como una joya— y varias entenadas, que recogió con bondad, dándoles educación y aún casándolas bien... Culta y distinguida, no le faltaba su abono al Colón...»

La Petisa Lola: Alrededor de 1913, supo dejar sentada su fama de buena milonguera en la famosa academia de Pozos e Independencia.

Madame Blanch

Madame Fontanet: Su casa estaba ubicada en Talcahuano y Lavalle. Era frecuentada por hombres adinerados y de la sociedad.

Madame Jeanne: Su casa estaba en la calle Viamonte entre Maipú y Esmeralda.

Marcela (Marcela y Marcelo)

María La Meona

María La Tero: En un artículo sobre el tango, publicado en el diario Crítica, el 22 de septiembre de 1913, “Viejo Tanguero” la incluye en una lista de bailarinas de prestigio que concurrían a la famosa academia de Independencia y Pozos. Julián Centeya, en su libro El misterio del tango, la define alta y flaca como una tacuara.

María La Vasca: Se llamaba María Rangolla; era del barrio de Concepción. Su famosa casa estaba en la calle Europa 2721, ahora Carlos Calvo. Fue mujer de Carlos Kern «El Inglés». En un artículo publicado en el diario Noticias Gráficas, firmando con el seudónimo de Ernesto Segovia, el Dr. Benarós nos dice que era hermosa, de cara llena, gordita casi, pero bien formada. De entrecasa solía andar con un vestido sencillo, de seda cruda, y los botones eran de libras esterlinas.

Matilde La Mondongo

Claudia Mendoza

Carolina Miró

Joaquina Morán (La China Joaquina): Mujer atractiva, enamorada de un joven muy popular entonces, Maco Milani. A ella está dedicado el tango “Joaquina” de Juan Bergamino. Bailaba en la casa de Concepción Amaya (Mamita). Llegó a regentear su propia casa. Domingo Greco dice que era una morocha alta, no bonita pero muy interesante y seductora, de conversación muy agradable. Benarós la cita como Joaquina Marán.

Elsa O'Connor: En una oportunidad, en 1933, bailó con El Cachafaz, en reemplazo de Carmencita Calderón.

Elvira Santamaría de Orcaizaguirre: La compañera de Virulazo en la vida y en la danza. Célebres en los Estados Unidos, en Japón y en varias ciudades europeas, protagonizaron el número más sensacional del espectáculo Tango Argentino.

Alicia Orlando (Alica y Claudio)

Paulina: la menciona Roberto Selles en el capítulo Los primeros tangueros de su trabajo: El tango y sus dos primeras décadas 1880-1900 (La Historia del Tango, tomo II – Editorial Corregidor): «El Negro Casimiro estaba casado —o amancebado— con una bailarina italiana de nombre Paulina, que había conocido durante sus actuaciones en el Scudo d’Italia, salón ubicado en Corrientes casi Uruguay. Y, en brazos de ella, falleció anciano y enfermo».

Edith Peggy: Compañera del Vasco Aín.

Lolita Peón: Bailaba con Pablo Lento. Los Lentos.

Pepa La Chata: Frecuentaba, alrededor de 1913, junto a otras bailarinas de prestigio, la conocida academia de Pozos e Independencia.

Norma Pereyra

Juana Rebenque: Refiere Juan Santa Cruz —hermano del autor de “Unión Cívica”— (cita del Dr. Benarós): «Vivía en una casa de latas, bajita, como todas las del Pueblo de las Ranas. Había que entrar agachado. Ni siquiera tenía tarifa. Cobraba lo que le dieran. Nunca venía al centro. Era alta, delgada, narigona, buena moza. Vivía con un tal Fernández. La mencionan unos versos que corrían entonces: “Hará cosa ‘e una semana / que un canfinflero mistongo / me convidó pa’ un bailongo / en el Pueblo de las Ranas. / Las principales bacanas / de la ranil población / cayeron a la función / lindamente enfaroladas, / porque habían sido invitadas / con tarjetas de cartón.”»

Remeditos La Chilena

María Celia Romero (La Parda María Celeste): Fue compañera de baile de El Cachafaz, entre 1913 y 1914.Bailó, también, con Yolando Reina.

Carlota Rosales

Isabel San Miguel: Bailó con El Cachafaz, desde 1929 hasta 1933. Fue también compañera del Tarila. Carmen Calderón nos dice que era muy buena moza, buena bailarina y que sabía de danzas españolas.

Sarita Bicloruro: Que, según nos informa Benarós, intentó en dos oportunidades suicidarse con la droga.

Sofía La Nueva

Gilda Suzuki

Liliana Toccaccelli

Carmen Varela: Fue una de las primeras casas donde se bailó el tango. Estaba ubicada frente a la Plaza Lorea.

Consuelo Velázquez: Bailó con El Cachafaz.

Margarita Vernet

Yamile

Eguchi Yuko