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CREADORES MENCIONADOS EN ESTE ARTÍCULO
Agustín Lara
Alfredo Le Pera
Anselmo Aieta
Enrique Cadícamo
Homero Manzi
José Razzano
Por
Enrique Espina Rawson
Lo que no fue (Si Gardel no hubiera muerto)
n cuanto a su panorama económico, al 24 de junio de 1935, las proyecciones inmediatas en la vida de Gardel no podían ser más halagüeñas. Entre junio de 1934 y este día, su situación había experimentado un ascenso extraordinario.
Finalmente desprendido de
José Razzano
y de la Odeon, y cancelados todos los pasivos, ya había percibido sumas importantes como las giradas a Buenos Aires. Mencionamos su desvinculación de Odeon como un hecho importantísimo, pues la RCA-Victor, a diferencia de esta, le aseguraba a Gardel la distribución y promoción de sus grabaciones en el mercado estadounidense.
Su presente era inmejorable entonces desde lo económico, ya que debía efectivizar todo el producido de la gira, que se hallaba disperso al 24 de junio del 35. Algo había remitido
Alfredo Le Pera
, a su propia cuenta en Nueva York, pero aún faltaba cerrar cuentas sobre las últimas recaudaciones. A ese momento, podría calcularse el resultado económico de la gira entre 150 y 200.000 dólares. Faltaba aún Panamá, Cuba y México.
Si a esto sumamos, lo que percibiría en Nueva York de la Paramount como adelanto por sus nuevas películas, y lo que debía recaudar por porcentajes de exhibición de
El día que me quieras
y
Tango bar
, que recién se comenzaban a exhibir, estaríamos en una cifra que superaría holgadamente los 500.000 dólares o bien, para el mercado local, dos millones de pesos argentinos en efectivo. Sumemos como al pasar, unos $ 30.000 argentinos asegurados por el contrato con Radio El Mundo a su llegada, en fin a valores de la época, una fortuna.
Esto hubiera sido lo inmediato. En un plazo más amplio, dos o tres años, el panorama que se abría a sus expectativas no tenía techo, ya que la producción y distribución de sus propias películas, a juzgar por lo ya conocido, aseguraba beneficios muy superiores. Los porcentajes leoninos que percibía la Paramount quedaban eliminados, pasando a engrosar su propia cuenta, ya que tenía decidido ser su propio productor.
En lo referido a su panorama artístico, sabemos que Gardel estaba dispuesto siempre a innovar, y sin duda, se hubiera acercado a la cancionística que estaba desarrollándose en Cuba y México, principalmente, con la aparición de nombres que hoy son clásicos, como por ejemplo, María Grever y
Agustín Lara
. Quizás hubiera nacido bajo su influencia una nueva dinámica en el cancionero americano, tal vez plasmada en filmes cuyos argumentos transcurrieran en diversos países de nuestro continente. Los elencos podrían haber sido integrados, además de Gardel, con intérpretes famosos latinoamericanos de la época, como José Mojica, Ortiz Tirado, Dolores del Río, Pedro Vargas, Tito Guizar o Elvira Ríos.
El mismo tango del 40 hubiera sido influenciado con sus nuevas composiciones y las nuevas grabaciones del repertorio local. No podemos dejar de recordar que la dupla Gardel-Le Pera, que parece haber trabajado un siglo, hizo todo lo que hizo en menos de tres años.
El binomio Carlos Gardel-
Alfredo Le Pera
, insertado en el ambiente de Buenos Aires, entre otros enormes dúos autorales, como Francisco García Jiménez-
Anselmo Aieta
, Sebastián Piana-
Homero Manzi
o Juan Carlos Cobián-
Enrique Cadícamo
, ¡qué no hubiera hecho!
En el ámbito local, la industria discográfica y cinematográfica habría alcanzado niveles de desarrollo que, ni aún en décadas posteriores logró alcanzar, y Buenos Aires hubiera sido una de las mecas más importantes del cine mundial. ¿Qué expansión multiplicadora habría ejercido esta realidad en todos los sentidos, en las composiciones musicales, en las orquestas, y, en fin, en todo el ambiente vinculado al arte popular? Imposible saberlo exactamente, pero muy grande, sin duda.
Todas estas especulaciones, que tienen como base la proyección de las intenciones que evidencian sus cartas, quedaron truncas.
Si bien desconsuela constatar la magnitud de lo perdido esa tarde en Medellín, también debe reconfortarnos la evidencia que Gardel ha sido el artista popular más asombroso de todos los tiempos. Aún sin concretar sus proyectos, le alcanzó y sobró con lo hecho. Su popularidad se ha mantenido incólume por décadas y décadas después de su muerte, alcanzado niveles legendarios. Esto no es tan sencillo y, de hecho, no conocemos caso similar, ni en nuestro país, ni en el mundo. No nos disgusta pensar en algo muy parecido a la inmortalidad.
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