Un tango asesino, “Don Maté8”

omo muchos lectores de Todo Tango saben, hace muchos años que reparto mi residencia entre las ciudades de Buenos Aires y Azul. En la primera desarrollo actividades profesionales y mi afición tanguera, en la segunda, la producción rural de la cual vivo.

Desde mi primera visita a Azul, allá a fines del 60 a la fecha, escuché en varias oportunidades la historia de Mateo Banks (1872-1949), un hacendado de origen irlandés que mató a balazos a ocho personas, entre ellas a tres hermanos, una cuñada y dos sobrinas, en la localidad de Parish, muy cercana de Azul. Pero el tema era demasiado truculento para llamarme la atención.

En un viaje que hiciera con mi mujer a Tierra del Fuego, hace unos años, visitamos el viejo presidio de Ushuaia actualmente convertido en museo. Allí, vimos una réplica en cera de Mateo Banks haciendo su cama. Tampoco en esa oportunidad me picó el bichito de la curiosidad, aunque le saqué una foto a la celda.



Pero hace pocos días, principios de 2011, llegó a mis manos una partitura original (2º Edición) de un tango para piano, con un extraño título: “Don Maté8” —tal cual su tipografía—, «Dedicado al Pueblo de Azul», con música de Domingo Cristino y letra de José Ponzio. La persona que me la hizo llegar, sabía de mis idas a esos lares del centro de la provincia de Buenos Aires.

Fue a partir de ese momento, que me puse a estudiar aquella macabra historia sucedida en el año 1922, cuando Banks, hombre de prestigio social, socio del Jockey Club y de la Sociedad Rural, ex vicecónsul de Gran Bretaña y representante de la firma de automotores Studebaker, cometió el múltiple asesinato, con frialdad y alevosía, en el marco de una planificación previa y rigurosa.

Los detalles del crimen, minuciosamente descriptos por la muy buena pluma de Álvaro Abós, fueron publicados en el diario La Nación, el 29 de enero de 2006 y allí remito. No obstante, quiero adelantar que la afición de Banks por el juego lo llevó a una situación económica muy mala, cercana a la bancarrota. Y que este fue el motivo por el cual decidió matar con su escopeta a su familia y a dos peones, a quienes quiso inculpar del hecho.

Pero es digno señalar, que el episodio conmovió no sólo a la sociedad de Azul, sino a todo el país. La gente, pese a las dificultades de comunicación propias de la época, fue siguiendo paso a paso los avatares del juicio tramitado en aquella ciudad, en el cual se sentenció a Banks con la pena de máximo rigor. Pero luego, por motivos procesales el juicio fue declarado nulo y se volvió a sustanciar en los tribunales de la ciudad de La Plata, donde finalmente el acusado fue sentenciado a prisión perpetua.

Hay otro tango relacionado al crimen que lleva como título “Doctor Carús”, nombre del abogado local que no aceptó defender al estanciero y que le pertenece a Martín Montes de Oca. Pero no he podido conseguir esa obra.

Resulta muy interesante la tapa de la partitura de “Don Maté8”, con una ilustración en la que se observa, a la izquierda, la catedral de Azul —de estilo neogótico—, al lado el obispo y en el centro, rodeado de gente, está Mateo Banks portando un cartel pancarta con la leyenda «Jesús-María Salve» y un cura a su derecha con un bastón. Abajo del dibujo dice: «Dib. de Tovella.», seguramente, el apellido del dibujante.

Como es de rigor en estos casos, tendremos que seguir investigando para saber algún detalle de quienes fueron en vida sus autores, el músico Domingo Cristino y el letrista José Ponzio.

El final de la historia fue insólito porque en el año 1949, por buena conducta, Mateo Banks fue liberado bajo el beneficio de la libertad condicional. Intentó volver a Azul pero fue duramente rechazado y viajó a la Capital. El mismo día que alquiló una pieza en un hotel del barrio de Flores con el nombre falso de Eduardo Morgan, resbaló en la bañadera y se desnucó.

Recomiendo para conocer los pormenores del caso, el artículo de Alvaro Abós, ya mencionado en esta crónica: http://www.lanacion.com.ar/775177-ocho-ataudes-para-mateo-banks