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Zotto - Miguel Ángel Zotto, multifacético y creativo
an ganas de decirle, ¡Bailate un tango Zotto!, cuando durante el poco tiempo que desemboca en nuestra ciudad lo cruzamos por la avenida Corrientes. Desconocido para quienes lo han visto en el escenario, porque es un muchacho más, con una remera manga corta del color que haya encontrado y el pelo suelto, nada de peinada a lo Gardel, negro y brillante, ni smoking ni zapatos de charol, siempre a paso ligero.
Uno supone que corre a un ensayo o por algo necesario para la función de la noche, todo trabajo y seriedad. Y, durante la representación, allí sí, allí dan ganas de gritarle: ¡Bailate un tango, Carlitos! O lo que es lo mismo, Miguel Ángel Zotto, porque en ese momento es igual. Y resaltan los aplausos del público. Aquí, como en todos los rincones del mundo que lleva recorridos.
—Zotto, acabás de estrenar tu espectáculo Puro tango, ¿Cómo te llegó la idea de esta nueva propuesta?
«Hace 26 años, entrevisté a Petróleo —famoso bailarín fallecido en 1995— con mi primera cámara de video, ya había filmado a otros milongueros. Fue en un mes de enero y fui a visitarlo en la pensión en que vivía. Y así transcurrieron con alguna intermitencia dos años.
«Quería saber sobre la historia del baile del tango. No lo filmé bailando, apenas me mostraba algunos pasos. Lo más importante eran sus relatos de cómo bailaba cada personaje; cuándo, dónde y quiénes habían creado determinadas figuras. Petróleo vio bailar a todos ya que había nacido en 1911 y empezó con el tango cuando tenía no más de diez años. Vio a El Negro Navarro, contemporáneo de El Cachafaz, que había sido alumno de Pedrín de San Telmo, el primer bailarín de tango.
«Al Cachafaz lo vio con todas las compañeras que tuvo y también a Méndez, el mejor de los años 30. En el 40 el más importante fue El Vasco Orradre, íntimo amigo suyo y bailarín de Juan D'Arienzo, quien aparte de su orquesta también tenía bailarines. El Vasco inventó el contrapaso y revolucionó todo.
«A fines de esa década, con otras orquestas y otras necesidades de movimiento, se juntaron algunos muchachos que se dijeron: «Estamos bailando igual que hace veinte años, tenemos que inventar algo». Y fue así que a El Negro Lavandina se le ocurrió que la mujer, en vez de caminar, girase alrededor del hombre. Estos tipos inventaron los giros, los enrosques, los ganchos. Se juntaban entre hombres para inventar pasos y practicar.
«Petróleo era de Monte Castro, barrio chiquito de Villa Luro al norte, Lavandina de Villa Urquiza.
«Encontré algunas cosas que había escrito Petróleo, donde contaba que una vez, en el treinta y pico, había organizado una milonga donde se le ocurrió dar un premio a los bailarines más destacados. Una de las artistas que quiso premiar fue a María Ruanova, primera figura del ballet del Teatro Colón. Él iba siempre a las funciones de ballet. Entre tantos había visto a Oscar Araiz en sus comienzos.
«Petróleo no era bailarín profesional, vivía de su trabajo como empleado de banco y dirigía la revista de ese banco, donde todos los meses escribía un artículo sobre tango.»
—¿Cómo llegaste desde Petróleo hasta tu nuevo espectáculo?
«Después de muchos años de enseñar a bailar, sobre todo en Europa, descubro que el baile en la mujer tiene un leitmotiv: la figura del ocho. En todo el desarrollo del tango en todos los estilos el primer movimiento es el ocho. La pregunta que me hice entonces fue: ¿Cómo explicarle a la gente que con el ocho la UNESCO declaró al tango patrimonio de la humanidad? Porque es el movimiento madre. En todas las combinaciones de pasos lo que los alumnos no aprenden, por lo menos en Europa, es la marca del ocho. La gente podría bailar más si aprendieran ese abc de una manera sencilla. Cuando le pregunté a Petróleo (1985): ¿No le parece que se podría codificar la enseñanza del baile para que a la gente le resulte más fácil? Él me contestó: «Habría que tomar el ocho como pilar». En ese momento no entendí. Tuvieron que pasar veinticinco años y me metí tanto en el asunto que me llevó hasta la numerología.
«El ocho es el símbolo del infinito. En la numerología los números pares son femeninos, y la figura del ocho en el tango la hace la mujer, no el hombre. El ocho es la guitarra, es la silueta de la mujer. Mirá lo que ocurrió. Empiezo a escribir un guión para el espectáculo con una serie de cuadros numerados y uno de los cuadros está dedicado a mi hermano Osvaldo; después me doy cuenta que es el cuadro número ocho».
—¿Usaste el material que habías grabado para este espectáculo?
«Sí. Se trata de una compaginación, por ejemplo, hago una coreografía copiada de El Cachafaz, bailo como Los Méndez y pongo una escena sobre lo que Petróleo me contaba de las academias de baile. La primera parte del espectáculo está inspirada en estas figuras legendarias del tango. También proyecto imágenes. Una escena transcurre en el recordado Palermo Palace y la voz de Petróleo va enumerando los personajes que representamos los bailarines del elenco y yo. “Rafael, El Rey de la Raspada”, o un tipo de Almagro al que le decían La Biblia, porque tenía el registro mental de todos los pasos y figuras.
«Todos se respetaban y, cuando alguno hacía una exhibición los otros iban a verlo. Pero entre ellos también había pica. Cuando yo empecé a hacer las grabaciones, cada milonguero me decía que él había inventado todo. Ninguno había tenido maestro. Hasta que me encontré con Petróleo y con Antonio Todaro, quienes no hablaban mal de nadie y reconocían de quien habían aprendido. Pero es cierto que todos, se preocupaban por tener algo propio, un estilo personal».
—¿Por qué se llama Puro Tango?
«Porque es verdaderamente tango. No hay nada de Piazzolla y terminamos con Pugliese. Claro, en ciertas escenas algunas parejas hacen algunas cosas más estilizadas. Esta primera parte, en la que evoco todo lo que te conté, es prácticamente una introducción en la que termino diciéndole al público: «Gracias a toda esta gente hoy el tango se está bailando en el mundo».
«Hay un homenaje a mi hermano, en el que participa Giselle, que fue su última pareja. Y en los otros cuadros, o se cuenta una pequeña historia o son coreografías puras. Pero es tango tango. Un número importante es con Daiana, que usa un vestido que se convierte en telón; muy interesante, pero que me está costando un trabajo tremendo.
«Toda la responsabilidad del espectáculo es sólo mía. Siempre lo hice así. Me es muy difícil trabajar con otras personas. Durante las giras me aparecen las ideas y las voy dibujando, la luz que voy a usar también. Cuando llego a Buenos Aires ya tengo casi todas las cosas resueltas. Tengo colaboradores, claro, pero casi todo pasa por mí.
«En las giras no hago ninguna adaptación, al contrario. Quiero que conozcan quién es cada uno de los personajes tal cual son, los nombro en italiano. La gente no va a entender nada, pero aquí tampoco van a entender nada. No importa, estarán Rafael, La Biblia, Petróleo y los otros. Estará la esencia del tango.
Publicado en el diario Clarín, el 14 de enero de 2011.
Zotto nació en Vicente López, provincia de Buenos Aires, ciudad pegada a la Capital por el norte. Es nieto e hijo de bailarines de tango. Comenzó de niño en su casa y de adolescente fue visitando los salones tradicionales de baile.
En su desarrollo hubo varios personajes, pero a los 17 años recaló en Los Dinzel, el matrimonio eterno en la vida y en el baile. Con Rodolfo Dinzel, estudió con intensidad durante seis años. Él lo propuso como profesor en la Universidad de Belgrano.
En 1985, ya profesional, formó pareja con Milena Plebs, que proviene del ballet clásico. Actuaron en Michelángelo, en un espectáculo Jazmines, cuya puesta era de Ana María Stekelman. A partir de entonces, llegaron las primeras giras, el momento de dictar seminarios diversos, incluso a los bailarines del Teatro Colón.
La pareja participó en el exitoso espectáculo Tango Argentino, que recorrió 56 ciudades de Norteamérica y Europa. En 1988, se independizaron y crearon la compañía TangoX2, título de su primer show, presentado primero en Argentina y luego en el mundo. Después, Perfumes de Tango.
En 1991, hacen la puesta en escena —en la Ópera de Houston (Texas)—, de la operita de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, “María de Buenos Aires”, guardándose para él uno de los roles principales. Una nueva obra en 1997: Una Noche de Tango. En el año 2000, Dos por Dos, tango sinfónico. En 2003, Tangos en la Cruz del Sur, que al año siguiente, tras una adaptación, fue presentado en Italia como: Tangos: Una leyenda. Finalmente, por asuntos personales, Zotto y Plebs se separaron, siendo su actual pareja Daiana Guspero.