uando nos enfrascamos en la tarea de investigar los títulos y las letras de los tangos, en algunos encontramos un interesante bosquejo de la historia de nuestra ciudad, desde fines del siglo XIX al presente, en los que no podían faltar citas de nombres de barrios y calles de Buenos Aires.
Como ejemplo de lo dicho, hablaremos de un tango llevado al disco por Carlos Gardel en 1926, que cita dos arterias y, además, el título de una obra teatral de Armando Discépolo: Mateo. Se trata de “Se fue Mateo” que se estrenó en una revista musical, “The Cataluña’s girls”, en el año 1923, interpretado por el cantor Francisco Spaventa.
¿Te acordás de las mujeres
que paseaste por Florida…
Y más adelante dice:
¿Te acordás por Pellegrini
las pebetas que llevaste?…
El nombre Mateo pegó tan fuerte en el público -tanto por el teatro como por el cine-, que muy pronto los cocheros de plaza fueron llamados con ese nombre que, en realidad en la obra, era el nombre del caballo, un matungo agobiado como su dueño el cochero. Al principio, los conductores de estos carros recibían como un insulto que se los llamara así. Me tocó vivirlo de pibe. A fines de los 40, a uno le lancé el grito y el viejo me amenazó con el látigo. Fue en la calle San Luis a metros de Pueyrredón. Pero, además del agobio, sufrían la posibilidad -ya muy cercana- de quedarse sin trabajo, el progreso, con el motor a combustión, iba remplazando la tracción a sangre.
La música es de Antonio De Bassi y la letra pertenece a dos autores teatrales bastante prolíficos, como fueron Alfredo Bertonasco y Carlos Ossorio, creadores también de otros tangos, aunque este último no figura en SADAIC.
Calle Florida
Era la calle bacana del centro de la ciudad, con toda una larga historia, pero el progreso trajo un cambio de costumbres y, en la actualidad, se fue transformando en una vía comercial, perdiendo su aire aristocrático. Ya se la mencionaba, a pocos años de la fundación en 1580, como una calleja cercana al Cabildo. En 1734, fue San José. En 1784, se la terminó de empedrar y, popularmente, se la llamó calle del Correo y también, calle del Empedrado (el primero de la ciudad). Después de las invasiones inglesas, Unquera, nombre de un edecán naval caído en combate. En 1821, De La Florida, luego Perú y, por ordenanza de 1857, quedó Florida. En 1913, a pedido de los comerciantes, una ordenanza municipal transformó varias de sus cuadras en peatonales. Corría de norte a sur y hoy es totalmente peatonal; está flanqueada por Maipú al oeste y San Martín al este. Su trayecto es de once cuadras, desde la avenida Rivadavia al 500, hasta la Plaza San Martín.
El origen de su nombre proviene de una batalla en el Alto Perú (hoy República de Bolivia), librada en el valle de la Florida, el 25 de mayo de 1814, entre el ejército español, comandado por el coronel José Joaquín Blanco, y las tropas patriotas, a cargo del coronel Ignacio Warnes. Los criollos vencieron y, en un duelo entre los dos jefes, resultó muerto el realista.
Calle Carlos Pellegrini
Paralela a Florida pero a cuatro cuadras hacia el oeste, se integra —en gran parte de su recorrido—, a la ancha avenida Nueve de Julio. En el siglo XVIII, fue San Cosme y San Julián, ya en el siglo siguiente, Ribas, alférez de fragata, muerto en combate durante las invasiones inglesas. Cuando en la época de Rivadavia se sustituyen los nombres españoles, se la llamó De las Artes, corría el año 1822. Allí, se habían establecido numerosos artesanos plateros y talabarteros con talleres y locales comerciales. Por ordenanza del 18 de junio de 1907 y, a menos de un año de su muerte, recibe el nombre de este notable personaje quien, a raíz de la renuncia del presidente Juárez Celman, asumió la presidencia de la Nación en 1890.
Pellegrini fue traductor público, militar, abogado, periodista del diario La Prensa, diputado provincial y nacional, gobernador por breve tiempo de la provincia de Buenos Aires, ministro de guerra y marina en la presidencia de Nicolás Avellaneda, senador nacional, uno de los impulsores de la creación del Jockey Club y fundador de la Unión Industrial (el edificio sede de esta institución, lleva su nombre). Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, entonces denominado, Cementerio del Norte.
En fin, el título de un tango sirvió para una breve reseña de nuestra historia y de dos calles del antiguo Buenos Aires.