Por
Néstor Pinsón

De flor en flor - Un tango en alta mar con dos letras

n los primeros años del siglo XX, el tango ya se había convertido en nuestra música popular. Desde Buenos Aires se fue extendiendo al resto del país y a Europa. Hacia allí fueron los pioneros, algunos enviados por un sello grabador, otros con la ilusión de nuevas posibilidades de trabajo y el afán aventurero.

La franja social acomodada económicamente, los apellidos importantes del país, los terratenientes ricos -propietarios del «granero del mundo»-, como denominaban a estas tierras del sur del continente, ya estaban acostumbrados a cruzar los mares como un paseo habitual, con todo el confort y el lujo, pero sin perder el recaudo de llevar muchas veces a sus cocineros, o parte de la servidumbre y como pintoresca leyenda, una vaca con su ternero que les proveyera leche fresca.

La primera guerra mundial fue una pasajera molestia para ellos, no así para los primeros músicos, cantores y profesores de baile que distaron de pasarla bien a raíz del cercenamiento de las fuentes de trabajo. Por suerte, con el fin del conflicto bélico llegaron unos cuantos años de bonanza.



Volvieron entonces, los cruces del Atlántico en barco. Uno de estas embarcaciones fue el «Antonio Delfino», nombre del representante en Sudamérica de la compañía naviera alemana Hamburg Sud, a la que sirvió durante 28 años; en reconocimiento de este señor y estando en vida, el buque llevó su nombre, y para el ambiente tanguero y gardeliano toma interés anecdótico, porque ese navío transportó a Carlos Gardel en su primer viaje a Europa. En sus tres clases cabían 1868 pasajeros.

El puerto de Vigo, en Galicia, fue el punto de arribo. Habían partido de Buenos Aires, Gardel, José Razzano, Eduardo Bonessi, Luis Gaspar Pierotti (representante del cantor), Mariano Alcalde (valet) y José Ricardo y Guillermo Barbieri (guitarristas). En Montevideo, se incorporaron los más de 40 componentes de la compañía teatral Rivera-De Rosas. Ella, Matilde Rivera, esposa de Enrique de Rosas, cuyo nombre verdadero era Dionisio Russo (1888-1948), en ese tiempo uno de los actores más destacado de la escena nacional. Hizo poco cine, no más de cinco films, uno de ellos justamente con Gardel, “Tango Bar”, en el rol del fullero y fino ladrón de joyas.

En el medio del viaje, Bonessi les hizo escuchar a sus compañeros de ruta una composición que le pertenecía y que exhumara en mar abierto, la misma tuvo excelente respuesta en los muchachos, la consideraron una hermosa pieza. Con la compañía teatral viajaba el secretario de la misma, a su vez critico y autor de comedias, a quien Gardel le pidió que le pusiera letra. El joven de 32 años, Domingo Gallicchio, aceptó la propuesta y así hizo. Era uruguayo, había nacido en Montevideo, el 1 de septiembre de 1891.

El 5 de diciembre de 1923, se produjo el arribo y, horas más tarde, llegaron a Madrid en tren para debutar en el Teatro Apolo, el 11 de diciembre (un regalo de cumpleaños para el Zorzal Criollo). Tuvieron mucho trabajo hasta comienzos de enero cuando llegó el fin de la temporada y con ello, la desvinculación del dúo con la compañía. Ese tiempo, sin tareas artísticas, fue aprovechado por Gardel para viajar a Francia y ver a su madre, la que se encontraba allí visitando parientes. Fue en esa ocasión, que Carlos pudo conocer a su abuela muy anciana.

Dos meses después, ya de regreso en Buenos Aires, el 13 de febrero de 1924, Gardel grabó por primera vez aquel tango inspirado en alta mar que los autores titularon, “De flor en flor”. Lo volvió a registrar, seis años después, el 22 de mayo de 1930. Gallicchio falleció en Montevideo, el 22 de marzo de 1965. Ya su letra, con título incluido, había desaparecido de los repertorios.

El día 3 de junio de 1938, en el cine Monumental, se estrenó la película dirigida por Ernesto Vilches, “Una prueba de cariño”, una excusa para presentar ciertos números artísticos, como el entonces exitoso conjunto “Los Bohemios”, dirigidos por Mario Pugliese “Cariño”, la actriz cómica Margarita Padín, Aída Luz y al cantor Roberto Páez quien presentó el tango “Desvelo (De flor en flor)”. El tema tenía la misma melodía de “De flor en flor” pero con nueva letra, esta vez a cargo de Enrique Cadícamo.

No quedan dudas que ambas letras son muy pobres y no merecen ser consideradas desde una mirada literaria o poética. Pero la melodía de Bonessi es muy bella y original.

De flor en flor” tuvo las versiones de Gardel ya enunciadas y algunas otras: Héctor Mauré acompañado por guitarras en 1954, Alberto Marino con su orquesta dirigida por Héctor María Artola, el 13 de enero de 1949. En forma instrumental, la melodía de Eduardo Bonessi la registró el Nuevo Quinteto Real que conformaron Horacio Salgán (piano), Néstor Marconi (bandoneón), Antonio Agri (violín), Ubaldo De Lío (guitarra) y Omar Murtagh (contrabajo).

Como “Desvelo (De flor en flor)” la grabaron entre otros: Antonio Rodio con Alberto Serna, el 8 de marzo de 1944; Aníbal Troilo con Floreal Ruiz, el 28 de febrero de 1949; Alberto Morán con Armando Cupo, el 17 de mayo de 1956; Armando Pontier cantando Hernán Salinas, el 24 de octubre de 1979; nuevamente Morán -ahora con la orquesta de Alberto Di Paulo, en 1986- y el mismo Di Paulo con Roberto Ayala, en 1997. También estuvo en el repertorio de Alberto Mancione cantando José Torres y se conserva la copia de una toma radial. Otros registros son los de Alfredo Belusi acompañado por la orquesta de Osvaldo Requena y Carlos Cristal con el Trío Berlingieri.