Por
Héctor Ángel Benedetti

Orquesta Típica Brunswick

esde los comienzos mismos de la fonografía, varios sellos discográficos tuvieron orquestas propias o conjuntos reducidos cuya única finalidad fue la de grabar discos, sin verificar presentaciones en público. Ya en la década del diez, época en que aparecen entre otras la Orquesta Columbia y la Orquesta Polyphon, esta modalidad era más o menos frecuente; no obstante estos lejanos antecedentes, fue recién en las décadas del veinte y del treinta cuando se multiplicaron y cada compañía lanzó sus agrupaciones integradas por músicos que paralelamente eran miembros de otras orquestas del mismo sello, reuniéndose al sólo efecto de dejar grabaciones.

Las más conocidas fueron sin duda las que formó la empresa Victor, que desde su exitosa Orquesta Típica Victor —con una dilatada y heterogénea trayectoria que fue de 1925 a 1944— brindó otras orquestas “privadas” como Victor Popular, Victor Argentina, Victor de Salón, Victor de la Guardia Vieja, Radio Victor Argentina, etcétera. Se sospecha que incluso en más de una oportunidad se trataba de los mismos músicos reunidos bajo diferentes denominaciones. En vano podrán buscarse sus actuaciones públicas: sólo existían en el disco.

Cuando en la transición entre los años veinte y treinta se instaló en Argentina el sello Brunswick y regresó el sello Columbia, estas dos nuevas marcas, dispuestas a competir con la hegemonía que en el mercado local mantenían Victor y Odeón, presentaron también sus propias orquestas. Pero mientras que la Típica Columbia prefirió un repertorio muy variado en el que sólo de vez en cuando aparecieron tangos, la Típica Brunswick estuvo dedicada a este ritmo con más decisión, y de ahí su gran importancia para el género.

La Orquesta Típica Brunswick comenzó su serie (con numeración de discos a partir del 1.801) en la primera mitad de 1929. Se desconocen las fechas exactas de grabación por haberse perdido los documentos de la empresa, pero la primera publicidad en medios periodísticos data de julio de aquel año y esto ya permite ubicarla temporalmente, calculando que la grabación debió hacerse por lo menos dos o tres meses antes.

Al principio fue dirigida por Pedro Maffia. Este bandoneonista vivía por aquella época un período de máxima ocupación y de hecho ya estaba grabando con su orquesta propia; no debe sorprender, por ello, que debido a los múltiples compromisos de Maffia la Típica Brunswick interrumpiese momentáneamente su serie tras haber lanzado sólo dos placas, para reaparecer a mediados de 1930 conducida por otro gran director: el pianista Juan Polito.

Si bien suele afirmarse que Polito se hizo cargo de esta orquesta en 1932, lo real es que la estaba dirigiendo desde dos años antes. Ocurre que a partir de determinado momento de 1932 la empresa adopta la costumbre de “anunciar” sonoramente cada registro, y por eso es que únicamente en grabaciones de este año puede escucharse que antes de la interpretación alguien dice, por ejemplo: “Mariposa de ilusión. Tango. Gran Orquesta Brunswick. Dirección: Juan Polito.” Pero aunque no estuviera anunciado, Polito ya la dirigía desde 1930, luego de aquel inicial y fugaz paso de Maffia.

Con la llegada de Polito las grabaciones de Típica Brunswick no sólo se reanudan, sino que siguen regularmente hasta poco antes del cierre de la empresa, en el último semestre de 1932. La orquesta dejó en estos años más de cuarenta discos publicados, e incluso algunas de sus matrices llegaron a editarse fuera de la Argentina.

El repertorio de la Típica Brunswick incluía versiones de temas que eran éxitos por cantantes del mismo sello. De los llevados al disco por Agustín Magaldi (artistas exclusivo de Brunswick por aquellos años), la orquesta grabó tangos como “El penado 14”, “Carne y uña”, “Inspiración” y “Arreando”, el fox trot “Beatriz” y la maxixa “Pueblito mío”. De la lista de Azucena Maizani dejó tangos como “Brochazos”, “Chamuyando” y “Pensalo, muchacho”. Un buen ejercicio es comparar estas versiones, sobre todo teniendo en cuenta que, salvo en un par de casos, se trata de obras que no registraron muchas grabaciones.

Aunque predominaban las grabaciones instrumentales, la Típica Brunswick solía incluir estribillistas. Por sus filas pasaron Antonio Rodríguez Lesende, Carlos Viván, Teófilo Ibáñez y Luis Díaz (el más prolífico, con veintitrés grabaciones). Todos ellos, vinculados con el sello grabador por ser vocalistas de otros conjuntos allí activos: Pedro Maffia, Ricardo Brignolo, Osvaldo Fresedo, Julio De Caro, Edgardo Donato, Donato-Zerrillo. A veces la formación se invertía, hallándose así, por ejemplo, grabaciones de Luis Díaz con el acompañamiento de la Orquesta Típica Brunswick.

Al igual que en muchas orquestas de aquellos años, de vez en cuando en la Típica Brunswick se cometía alguna excentricidad sin mayor trascendencia. Como en el caso de “Chamuyando”, tango de A. Pérez (disco 1.809 lado B), donde se escucha la ejecución de un serrucho. O de “Se fini”, tango de Eugenio Nobile (disco 1.831 lado A), cuyo arreglo presenta un swing bastante distinto al habitual. O de “Quejas de bandoneón” (disco 1.824 lado A), que tiene una guitarra hawaiana. Lejos se estaba de la intención de experimentar con otros sonidos, como hacía Julio De Caro; en la Típica Brunswick sólo se pretendía ofrecer alguna variedad entre disco y disco.

Una de sus mejores grabaciones es el tango “Raquel”, de Osvaldo Donato (disco 1.831 lado A), que data de 1931 y representa suficientemente sus fórmulas: ritmo marcado, piano de presencia constante, sonido “lleno” y de notas ligadas... y poca diferencia con otras orquestas de ese período. Pero si bien no se destacaba por su originalidad, la Típica Brunswick tenía otros valores, asentados en la solvencia de sus músicos: todos profesionales de primer orden, integrantes destacados de los otros conjuntos del sello. Agrupados bajo la coherente dirección de Polito, puede incluso notarse una llamativa evolución entre las grabaciones del principio y las del final.

La orquesta también dejó en 1931 una placa de treinta centímetros de diámetro (disco 8, de numeración distinta al serial) conteniendo en el lado A el vals “A su memoria”, de Antonio Sureda y Homero Manzi, con la voz de Teófilo Ibáñez; y en el lado B el tango “La cumparsita”, de Gerardo Matos Rodríguez, en versión instrumental. Sin salirse del estilo que tenía impuesto la Típica Brunswick (en gran medida dictado por la usanza de la época misma), ambos temas contaron con arreglos más elaborados, en los cuales se aprecian expresivas introducciones, bellos solos de violín y largas variaciones de bandoneón.

Aunque sin contar con la prolongada presencia que tuvieron conjuntos análogos ni con la popularidad que por sus cualidades hubiera merecido, la Orquesta Típica Brunswick sigue siendo una interesante referencia de aquellos años de transición.