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El “compadrito-bailarín”, no el prostíbulo, influyó en las letras de Villoldo
s común encontrar en escritos sobre Ángel Villoldo la conclusión de que sus letras tangueras finiseculares fueron influidas por la poesía gaucha, los textos prostibularios y el cuplé. José Gobello, en su Crónica General del Tango, dice: «La obra poética y la obra musical de Villoldo se nutren por igual en la poesía rufianesca y en el cuplé». Y al estudiar la influencia de la poesía gauchesca agrega: «Villoldo se parece a los payadores urbanos -principalmente, a los más famosos, Gabino Ezeiza y José Betinotti -, en que cultivó, a la vez, la literatura y el canto».
Sierra y Ferrer, por su parte, (Discepolín, 1965) no mencionan la influencia de «lo rufianesco», inclinándose decididamente a la esencia gauchesca y, además, relativizan el rol que le cupo a «lo cupletero».
Adhiero a la influencia gaucha, pero mi tesis es que ni lo prostibulario, ni lo cupletero incidieron en las letras de los tangos populares de Villoldo, salvo en “El Porteñito” (una rápida introducción a lo prostibulario) y en “Cuidao con los cincuenta” (un escrito de corte cupletero). Paso a continuación a tratar «lo prostibulario», dejando el tema del cuplé para otra oportunidad.
El contenido de las letras prostibularias
José Gobello y Eduardo Stilman, en su libro Las letras del tango de Villoldo a Borges (1966) sostienen que: «Y como la poesía es el hombre y su anécdota, la inventada por los turbios habitantes de la orilla porteña de fines de siglo fue grosera hasta la obscenidad, raramente eximida de una aplastante carga sexual». Pero con respecto a Villoldo aclaran: «Las letras son alegres, decideras, a veces pícaras, nunca procaces» (subrayado mío).
Sobre la base de estas conclusiones, indagué acerca de estas letras, comenzando con dos ampliamente conocidas:
Quisiera ser canfinflero / para tener una mina / llenarla bien de bencina / y hacerle un hijo chofer.
Y la otra, considerada un símbolo de letra prostibularia (aunque no el único), donde se mezcla el compadrito con su pupila esclavizada en un prostíbulo: “Dame la lata” (c.1888 anónimo):
Qué vida más arrastrada / la del pobre canfinflero /el lunes cobra las latas / el martes anda fulero.
Dame la lata que has escondido / ¿qué te pensás, bagayo
que yo soy filo? / ¡Dame la lata y a laburar! / Si no la linda biaba te vas a liga»
Esta letra está en el contexto de lo prostibulario: el rufián llega al prostíbulo, le pide dinero a su mina y la amenaza con agredirla físicamente.
Existe, por otro lado, el libro del Dr. Robert Lehmann-Nitsche, alemán, (con pseudónimo Víctor Borde) que versa sobre las letras prostibularias de principio del siglo XX, y a quien Gobello cita: «El mundo de los canfinfleros, del que Robert Lehmann Nitsche dejó tantos testimonios, es el que reflejan, en términos generales, la mayoría de las letras de los tangos de Villoldo». (Crónica General del tango, página 64). Mi análisis me conduce a una conclusión diferente.
El libro citado se titula Textos eróticos del Río de la Plata (1ª edición en alemán de 1923 y 1ª en español en 1981, Librería Clásica, Buenos Aires). Se trata de un ensayo lingüístico sobre textos sicalípticos de las regiones del Plata, con registros de alrededor del año 1900. Bajo el título Los textos en el original el autor alemán agrupa letras de Poesías, Comparaciones, Frases y Dichos, Refranes, Pegas, Cuentos y Adivinanzas. La primera agrupación, Poesías, es la que debe ser estudiada para evaluar si existe o no una relación con las letras de Ángel, en especial aquellas subclasificadas en Lupanarias (página 40).
Las Lupanarias (o prostibularias) contienen letras obscenas, con palabras de fuerte contenido sexual. En todas ellas se aprecia la relación explícita canfinfle /prostituta, en general situados físicamente dentro del prostíbulo. (Recordemos que Gobello aclaró que Villoldo no utilizaba léxico procaz, conclusión a la que adhiero).
Hay una poesía, titulada “El vacán” (página 64), de siete estrofas y en donde solo en dos podría haber cierta insinuación a una letra villoldiana:
Cuando el vacán está en cana / la mina se peina rizos /no hay mina que no se espiante / cuando el vacán anda misho.
Qué vida triste y penosa / es la vida del canfinflero
los lunes cobra las latas / y los martes anda fulero.
Estas dos estrofas son, precisamente, las que cita José Gobello en su libro. Sin embargo, las dos estrofas representan el ¡1.6 % del total!. Las otras 119 estrofas (de un total de 121) son las que sí se internan en el prostíbulo, con lenguaje soez y escenas de amenazas físicas del proxeneta a la prostituta, que nada tienen que ver con el mensaje de las letras de los tangos y milongas populares (y grabadas) por nuestro compositor.
Mi conclusión es que, tomando como base la investigación de Lehmann-Nitsche, tanto por su línea argumental como por su léxico y espíritu, las letras de los tangos tradicionales de Villoldo NO se corresponden con las llamadas letras prostibularias.
Otros autores, por su lado, hablan de «lo prostibulario» de Villoldo sobre la base de un solo tango: “El Porteñito”, dando a entender que todos los otros tangos del compositor fueron por ese camino. Y no es así. Insisto: salvo “El Porteñito”, no encontré ninguna letra de tangos de Villoldo con aquellos contenidos directos y groseros o prostibularios; no era su estilo; él más bien «pintaba caricaturas» de las diferentes facetas de los compadritos, tal como lo veremos en la próxima sección.
En cambio, lo prostibulario SÍ tuvo influencia en las letras de sus tangos y milongas procaces, como Historia del Baldomero o Paseo de Julio. Pero aquí estamos hablando de otra línea discográfica, que en principio fueron ocho, todos grabados por Columbia en 1910,con dos seudónimos pícaros: Juan Techouna y Antonio Techotra. Pero insisto: estas letras nada tienen que ver con las correspondientes a sus tangos tradicionales que cantaba el público.
Si se toma el agrupamiento Épicas (página 72) en donde se incluye Canfinfladas, con tres poesías, la primera de ellas, podría tener «estilo Villoldo». No hay palabras obscenas. Se trata de un guapo que no acepta que “le vengan con paradas” y que está dispuesto a taparle un ojo al contrincante y el otro también. Esta letra bien puede indicar un encuentro en la calle y no habla de prostíbulo ni del ambiente relacionado con él. Las otras dos Poesías, sí tienen letras obscenas, muy alejadas del estilo de Ángel.
Las facetas de los Compadritos, fuente de inspiración de los tangos de Villoldo
Andrés Carretero (El compadrito y el tango, 1999) alerta que no hay un solo tipo de compadrito, sino varios: guardaespaldas, proxeneta, carrero, matarife, herrero, bailarín (¡pretende ser el mejor!) o simplemente «el laburante mañanero».
Algunas de estas facetas fueron consideradas por Villoldo, destacándose la del compadrito/bailarín (que le da status), quizá el personaje más trabajado por Ángel en sus principales tangos. Las letras villoldianas abordan, en su mayoría, el ámbito del baile, no el del prostíbulo. Como dice Gobello (página 66, 1964): «Por lo que se sabe, Villoldo no actúa en los clandestinos, como Mendizabal, Campoamor o Ponzio e inclusive Bevilacqua. Canta por almacenes y teatros de varieté y en las famosas Carpas de la Recoleta».
Me llama la atención, no obstante, cuando agrega: «sus tangos y milongas serán escritos con el pensamiento puesto en los compadritos que bailan en L’Operai —es decir ,la Societá L’Operaio Italiano, de la calle Sarmiento 1374—, en la Fratellanza, en Unione e Benevolenza y en los bailes carnavaleros que se dan en los teatros», no mencionando, ahora, lo prostibulario.
Para tener una idea acabada del verdadero alcance de las letras de compadritos de Ángel, es necesario revisar las letras de sus otros tangos sobre estos hombres, cosa que en general no se hace.
Me estoy refiriendo a sus tangos populares como, por ejemplo, “Soy Tremendo” (un compadrito conquistador, con dos amores con quienes afila: uno en la calle Esmeralda y el otro en calle Suipacha), “El más pesao” , “El torito”, “Cuerpo de alambre”, “El criollo más criollo”, “El terrible” y otros más (todos alusivos al buen bailarín del bailongo, compadritos orgullosos de tener su china al lado y en donde la letras no reflejan una relación canfinflero/prostituta), o bien, “Calandria” (el culto al coraje, al estilo Evaristo Carriego).
Sobre esta última faceta, mencionemos una de sus milongas emblemáticas: “El carrero y el cochero”, letra seleccionada por Borges para ser incluida en su libro El Compadrito, de 1945. Algunos autores califican esta letra como cómica. Nada más alejado a su espíritu y mensaje. En esta letra, Ángel pretende reflejar «el culto al coraje» de dos compadritos (uno, cochero y el otro, carrero). Con ese «hasta luego compañero» al final, se ha salvado el honor de ambos pero, quizá, dejando «la cosa» en abierto, para cuando se vuelvan a enfrentar en otra calle u otra esquina.
Más detalle en: Ángel Villoldo. En el inicio del tango y Las varietés, de Tito Rivadeneira, Ed. Dunken, 2014. email: titorivadeneira@gmail.com.