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Raúl Deval, entrevista a un cantor de la época brava
os encontramos con Raúl Deval el 29 de mayo del año 2014 y tuvimos la siguiente conversación:
N.P.: ¿Cómo empezás con el canto y el tango?
R.D.: Como todos, creo… de chico, viendo a mi padre tocar la guitarra, cantando algún tango y conociendo a muchos cantores y actores amigos suyos ya que él estaba en el ambiente artístico. Fue actor de cine en papeles secundarios, no precisamente como cantor. Él también era Raúl Deval, me quedé con su seudónimo. Mi padrino de nacimiento fue Roberto Escalada (Nota: galán del cine argentino de gran éxito, ya fallecido). A los veinte años me largué. Hacía rato que mi viejo me quería llevar, pero yo no me atrevía. Cuando fallece, recién me decidí. En un boliche me encontré con Carlos Acuña y le dije quién era, lo apreciaba mucho al viejo y se alegró de que me gustara cantar. Me dio una tarjeta suya y que lo fuera a ver a Eduardo Bonessi, que tenía su estudio en Bartolomé Mitre y Paraná…
N.P.: ¿Qué te aconsejó?
R.D.: Primero me preguntó qué me gustaba, yo entonces estaba con la nueva ola, Palito Ortega y los demás. Me hizo una prueba y enseguida me dijo: “No, lo suyo es el tango, olvídese de lo otro”. Comencé a vocalizar y hacer todo lo que me iba señalando.
N.P.: ¿Cuándo ocurrieron las primeras presentaciones?
R.D.: Me vinculé a Domingo Marafioti y con él, de a poco, se fue creando un repertorio. Me dijo que tenía buen oído, muchas ganas y llegaron varias actuaciones en el Café Tortoni, luego en El Rancho de Ochoa, El Farol, Burbujas y varios otros. Toda la rutina de aquella época dentro de la Capital Federal, eso fue a mediados de los años 1970.
N.P.: Eran tus comienzos, ¿ya tenías un referente?
R.D.: Sí, Carlos Gardel…
N.P.: Dejalo a Gardel. Gardel es para escucharlo y tratar de resolver las dificultades que se tengan…
R.D.: Es cierto. Floreal Ruiz, Alfredo Belusi, escuchar la orquesta de Aníbal Troilo y Charlo… grabé un tango suyo, “Sin lágrimas”, un tema difícil, emularlo es imposible.
N.P.: ¿Qué hubo de grabaciones?
R.D.: Un amigo tenía un estudio y un domingo por la mañana me invitó a visitarlo y que llevara la guitarra. Así fue. Grabé algunos fragmentos y entero hice “Pedacito de cielo”. Todo quedó en eso… A la semana me llama para decirme que lo escuchó Lionel Godoy (Nota: locutor radial y difusor del tango) y se interesó para pasarlo por la radio y charlar conmigo en su tradicional programa. Hubo una charla amena se pasó el vals y Víctor D'Amario, que andaba por alguno de los estudios lo escuchó y vino a proponerme grabar con él, tenía cuatro tangos y allí decidió que yo fuera el intérprete.
En total grabé 4 temas con D'Amario, en 1989: “Por eso tango”, “Uno somos vos y yo”, “Callecita triste”, “Lo llamaban el paisano” (de Nito Farace y Edelmiro D’Amario).
Más adelante acompañado por su orquesta, a la antigua, un conjunto grande de diez músicos, creo, tuvimos varias actuaciones. Por ejemplo en La Plata. Y no pudo concretar una ilusión suya, formar la Orquesta Provincial del Tango. Así como en la Capital estaba la Orquesta Nacional del Tango, quedó el intento.
N.P.: En alguna oportunidad dijiste que no tenías una obsesión con estar en el ambiente. ¿No hubo otra oportunidad para integrar una orquesta?
R.D.: No, ya estaba hace rato el desinterés del público por el tango, orquestas no había, salvo un trío o cuarteto por excepción, sí, no dejé de aprovechar las ocasiones que se me presentaban, ya como solista con guitarras. Participé en programas de televisión, en casi todos los de aire, lo mismo aceptaba invitaciones a programas de radio y en una serie de locales de los tradicionales de esa época.
N.P.: ¿Siempre en el país o tuviste algunas giras?
R.D.: Mirá, me olvidaba. Fue por 1978 o 1979, yo trabajaba en una empresa, aparte de seguir con el canto y se produce el cierre de la fábrica. No tenía compromisos, pero sí una prima en Alemania y me fui para allá. Como siempre llevaba la guitarra y era un polo de atención, no faltó quien me escuchara y quien conocía a otro que tenía un local musical, el caso que canté y después también lo hice en otros lugares. Una linda experiencia. Hubo después otro viaje, más extenso. Primero Brasil, en Copacabana. También, una oportunidad, canté en un boliche, fue “El día que me quieras” y gustó, había mucho turismo extranjero y pedían tango. Me propusieron quedarme una semana, que se alargó a un mes. Pasé por Méjico y lo mismo, canté en varios lugares del Distrito Federal. Extrañaba y regresé para nunca más volver, como la letra de algún tango. Me casé, otras ocupaciones, dejé mi pasión a un lado por un problema familiar de salud y tras unos años, nuevamente, a vocalizar y prenderme donde pudiera.
N.P.: ¿Algo que recuerdes para terminar?
R.D.: Cuando tenía cuatro años, para alguna reunión familiar, mi viejo me vestía como Gardelito, pantalón y saco, corbata, lengue y sombrerito. Me subía a una mesa y me decía ¡cantá!
N.P.: También registró acompañado por guitarras y por la orquesta de Jorge Dragone, edición no comercializada: “La última copa”, “Soledad”, “Qué tango hay que cantar”, “Amigos que yo quiero”, “Como dos extraños”, “El último round”, “La última curda”, “La última”, “Nostalgias”, “Por la vuelta”, “Romance de barrio”, “Sin lágrimas”. Con la guitarra de Miguel Palermo: “Amigos que yo quiero”, “Caserón de tejas”, “Mano cruel”, “Viejo ciego”, “Toda mi vida”, “El último farol”, “Cuando tú no estás”, “Te llaman malevo”, “Ventanita de arrabal”, “Las cuarenta”.