Tan triste estaba mi madre
cuando me fue a despedir
que en silencio sollozaba
y mi rostro acariciaba
a la hora de partir...
...yo la quise consolar
y cuando traté de hablar
no le supe que decir.
Mi madre siempre sabía
con una sola mirada
si algún dolor me afligía
o una pena me turbaba,
ella entonces me besaba
con ternura sin igual
y aquel amor que una madre
a sus hijos sabe dar.
Su recuerdo está impregnado
en las cosas más hermosas
en los jazmines y rosas
que en el jardín han brotado,
en la gota de rocío
al despertar la mañana
y en la flor de aquella rama
que va flotando en el río.
Y hoy cuando miro hacia arriba
contemplando las estrellas
me parece que una de ellas
¡la más bella!
es mi madre que me mira.