¿Qué tienen esos locos poetarios
que beben del otoño la garúa,
que riman un esperma y un ovario
y le hacen siete hijos a la lluvia?
¿Quién dijo que inventaran en la fragua,
un pájaro de fuego a puro invierno,
el grito del amor en la guitarra,
y el gato de los barrios del desvelo?
Alguno que me explique el precipicio,
la llaga, la obsesión en las entrañas.
¿De dónde son los genes de este vicio,
del duende que reencarna en la palabra?
¿Qué dios plantó este germen de lo insano,
que flota en cada copa de poesía?
No hay muerte que se lleve al ser humano
si puede en la canción dejar la vida.
¿Qué tienen esos locos por fortuna?
¿Dos manos de pañuelos en la brisa,
un ave con esquirlas de la luna,
los besos que hay en todas las cenizas?
Decime si hay un cielo en la azotea,
si hay leche de una hembra en el infierno,
que vuelvo lapidado de los sueños
después de ver su rostro en la botella.