Tenía 15 abriles, cuando se fue mi viejo,
mi pobre viejecita lloraba sin cesar
porque ella, pobrecita, pensaba en el futuro
de cuatro que quedaban sin pan y sin hogar.
Cuando se fue mi viejo me castigó la vida
mis sueños de purrete con él se los llevó,
con una sola idea en mi mente vivía,
ayudar a la vieja y mitigar su dolor.
(Recitado)
Solo Dios fue testigo
de aquel trágico momento
cuando el último suspiro
el pobrecito exhaló.
¡Adiós, mi viejecita! Cuidá los purretitos,
decile que del cielo por ellos velaré…
Y que nunca se olviden de quién así los quiso,
sus últimas palabras y para siempre se fue.