Muchachos: ¡Se nos ha ido
el Rey de los ruiseñores:
El Papá de los cantores
de nuestro tango querido!...
El destino le ha tejido
una red bajo del Sol
y a Barbieri y Riverol,
a Aguilar como a Le Pera,
¡Fue la parca traicionera
que les jugó un fiero rol!...
Cuando hablemos de Gardel
descubrámonos primero,
como homenaje postrero
tributándole un laurel.
Los extranjeros, por él,
conocen el tango nuestro,
lo impulsó varonil, diestro,
el gran Gardel triunfador;
el eximio embajador,
el inmortal, ¡el maestro!
En todos los continentes
que cantó Carlos Gardel,
le llovieron a granel
los aplausos de las gentes.
Querido en todos ambientes,
a todos trataba igual;
siempre sonriente y cordial
sencillo, francote, amable,
con todos fue muy tratable
Carlos Gardel, el zorzal.
No hubo, ni habrá cantores
que canten como Gardel,
su voz destilaba miel,
armonías y sabores...
Tendrá mil imitadores
este cantor magistral,
pero aunque no lo hagan mal
pueden estar en lo cierto,
¡vivo, ni después de muerto
nadie imita a este zorzal!
Carlitos Gardel y el tango
(aunque de distintos suelos)
eran hermanos gemelos
y fueron del mismo rango.
Por si grazna algún chimango
pretendiendo algún laurel,
no beberá más que hiel
por esa boca maligna.
¡Pues sepan que en la Argentina
jamás habrá otro Gardel!...
Todo humano ha de alabar
al más genial precursor
que con su arte, fe y amor
hizo al tango consagrar.
Hoy, por él se ha de bailar
en los más regios salones.
Millones de corazones
al vibrar de las guitarras
entre canciones bizarras
palpitaron de emociones...
Tu nombre ¡Carlos Gardel!
perdura y perdurará.
Tu recuerdo quedará
grabado en oro, a cincel.
Tu nombre ¡Carlos Gardel!
desde hoy es inmortal,
el ambiente nacional
sufre un profundo desvelo,
¡las musas están de duelo
por tu caída mortal!
La milonga popular
está vestida de luto.
¡Te rindió el mayor tributo
y hasta paró de cantar!
Nadie se quiso quedar
sin rendirte su homenaje.
¡Quedó mudo el encordaje
y mudos los bandoneones,
y mudos los corazones
y triste todo el paisaje!
En nombre del arte pido,
como el más fiel emisario
a este y aquel mandatario
que no te echen al olvido;
y que con justo sentido
a tu sagrada memoria
la calle recordatoria
pongan con tu nombre fiel:
La calle Carlos Gardel
como grabando tu historia.