Che Gardel, yo tengo miedo
de batirte mi parola.
Tanto gil a la bartola
ha pelechado a tu sombra,
qu'este punto que hoy te nombra
sólo te ofrece silencio.
Y es una forma de aprecio
y admiración veterana,
porque me diste la cana
para el resto de mis días
con tu voz, tus melodías,
y ese brillo de tu acento.
Che Carlos, juná qu'es cierto
que de vos se ha dicho todo,
y el repetirse no es modo
de sumar brillo a tu fama.
Los orres, y no es macana,
te rezan un Padre Nuestro...,
pa'tu descanso, maestro,
cantor de la gola eterna,
que vivís en la porteña
pasión por la tanguería,
reiterando cada día
que sos el mejor sin cuento.