Aromas del Cairo

Llega hasta mí aquel suave perfume,
esencia de un país encantador,
que me estremece el alma y me recuerda
los goces de aquel viaje seductor.
Los ojos de una linda circasiana
inundaron de amor todo mi ser
y en sus divinos brazos he sentido
la dicha del amor y del placer.

Tañidos de guzla los aires llenaban,
mi hermosa sultana romance cantaba;
desde un pebetero, como un espiral,
surgía la mirra, perfume oriental.

De aquella muchacha radiante y hermosa,
ni un solo recuerdo logré conservar,
no supe siquiera qué nombre tenía,
ni cómo, tampoco, volverla a encontrar.
Pero cuando en noche cálida y galana,
aspiro un perfume sutil y sensual,
entonces me acuerdo de la circasiana
que me amó en silencio, al uso oriental.


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