Me juraba amor eterno,
pero pronto me olvidó.
Por qué los hombres,
cuando mienten el cariño,
lo hacen de un modo que
parece ser sincero
y sin embargo, va encubierta la mentira
en el más cálido y sentido juramento.
Me juraba amor eterno,
pero pronto me olvidó.
¡Nena! —él me decía
mientras tomaba juntas mis manos—
yo he de quererte la vida entera
pues para amarte Dios me ha creado;
yo he de robarle la gama al cielo,
para brindarte todo su encanto;
yo he de ser tuyo cual permanentes
son, en el cielo, estrellas y astros.
Pero la vida tiene
muy crueles sinsabores
y, los de amor, son duros
como ningún otro es;
y así fue con un día
muy triste, inolvidable,
cuando más yo contaba
con su amor y su fe,
el hombre de mis sueños
de mi lado se fue.