Descubriendo la ribera

Recorro tu rostro que nace en el río,
las grúas dormidas, tu talle carbón.
Descubro tu orilla desierta y secreta,
las secas maderas de un viejo lanchón.

Presiento los brazos de duendes sin nombre,
pintando en tus muros canciones de cal.
Abrigo en el humo de las chimeneas,
la fuerza y las penas que viven con vos.

Ribera, donde ancló mi amor su espera,
refugio de mil ambiciones, casita de lata y de sol.
Porteña latitud de soñaderes,
guarida de trasnochadores, silbido de alguna canción.
Recodo de la realidad, esquina de mi soledad,
caricia de noches y soles...
Ribera, cuando descubrí tu cielo,
sentí mi destino de hombrear tu ilusión.

Camino las cuadras que vuelven del río,
la luna callada que me habla de Dios.
Penetro el hechizo que inventan a veces,
las notas intensas de algún bandoneón.

Escucho las voces de bronca y misterio,
los mil horizontes que te nacerán.
Respiro en el vuelo de tus mil gorriones,
la cara y la seca de tu corazón.