Cuando dando tumbos por la vida marchando
un día riendo
y otro llorando...
Cuando el desaliento me ahogue la fe
y el amor me haga reír...
Cuando todo intento se convierta en fracaso
y sólo me reste un querer:
¡Entonces yo sé que una noche,
a un pueblo lejano
habré de volver!
¡Y al sol del otro día veré a mi madre
humilde y piadosa feliz con su: ¡Dios!...
fuente inagotable de fe y esperanza
oasis donde siempre calmo sed de amor...
Suave retornar a mi vida de niño
con penas de hombre que quiere llorar
¡Dulce revelación!...
¡en la tibieza del propio hogar!...
Cuando la esperanza quede ya rezagada
al ver que la vida no tiene más nada...
Cuando ya me falta el valor de seguir
con la cruz un paso más.
Cuando ya la nieve del invierno más frío
me anuncie la etapa final:
¡Entonces yo sé que una noche
al pueblo lejano
habré de volver!...