Ruiseñor

Poeta nochero
del barrio callado,
que las cabecitas
llenabas de ensueños;
quisiste ser dueño
tan sólo de una
y bajo la luna
se d’ella el cantor.
Vos eras de todas
porque eras el dulce
trovero de antaño
que sueñan las pibas,
y en vano es que viva
esclavo tu arte
si el viento reparte
tu canto de amor.

¡Melodioso ruiseñor!
Tu tierna canción
el barrio llenó
de ilusión y de emoción...
Tu encantada inspiración
su inmenso caudal
de oro ideal
repartió por el lugar.
Apresarte en un querer,
¡no puede ser!...
Canto y alas te dieron,
pájaro fiel,
para que dejes en cada reja
la ofrenda de un rondel.

Por eso, muchacha,
que amaste al poeta,
ahogá en el silencio
la angustia secreta
de verlo alejarse
cantando, cantando...
la gloria paseando
¡de ser ruiseñor!...
Vos sos linda y buena,
dejá que se vaya...
que en dulces canciones
les brinde ilusiones
a otras más tristes
que aún nunca amaron,
que nunca escucharon
un canto de amor…