Tronaban los cañones del bajo del Retiro,
Lavalle, el unitario, rondaba por Luján.
Las tropas federales, al son de los tambores
¡Federación o Muerte!, clamaban al marchar.
Tañían las campanas con fúnebre presagio
y allá en la viejita casa de la Gobernación
¡lloraba Manuelita, y el dueño de su suerte
se despedía triste con el último adiós!
Adiós graciosa Manuelita
llegó la hora de marchar
me llevaré como recuerdo
tu pañuelito Federal.
¡Y si la triste suerte quiere
que un día tenga que llorar
recogerá mi última lágrima
tu pañuelito Federal!
Tronaban los cañones, la sombra de un jinete
se hundió en la lejanía de la tarde invernal,
¡llevándose a la guerra el rojo pañuelito
de la flor solitaria del ceibo Federal!
Coreaban los soldados canciones de batalla,
¡Mueran los Unitarios! ¡Viva el Restaurador!
Y desde el pedacito de cielo de una iglesia
nimbada de palomas, ¡bajaba una oración!