Estoy triste, desolado, medio enfermo y dolorido
y pensando en tu abandono se me encoge el corazón.
¡Para qué fuiste tan mala y por qué dejaste herido
este pecho milonguero que soñaba una ilusión!
El espiante fue debute, no pensaste en mi tristeza,
en mi hondo abatimiento, en mi pena, en mi dolor.
En los brazos de… ¡quién sabe!, reclinando la cabeza
¡te reirás de mis pesares, de mi llanto y de mi amor!
¡Mi guitarra! ¡La guitarra
que cantó tantos desdenes
en los versos llenos de alma
que mi mente imaginó.
¡Hoy solloza en sus rasguidos,
hoy se apena y se acongoja
al pensar que su “mamita”
con mis penas la dejó!
Ya no vivo, ya no duermo y es tan honda mi amargura
que no sé, tal vez mañana, no soporte tu desdén,
y borracho de tristeza, por calmar mi desventura
en los brazos de la orgía no me entregue yo también.
Que es tan fuerte mi quebranto, tu recuerdo es como un fuego
que me quema las entrañas, que me llena de pesar.
¡Volvé nena pa’l cotorro, volvé nena, te lo ruego,
que si no volvés, mi nena, el dolor me va a matar!