Por los cristales de la ventana,
miro la lluvia caer...
y el pensamiento vuela, divaga,
tras los recuerdos de aquel ayer.
¡Felices tiempos, cuánta ternura,
puso mi alma en aquel querer!,
citas furtivas, dulces promesas,
¡novia querida, santa mujer!
Volaron los años,
cubriendo de sombras
el lírico idilio de mi juventud,
vagué por mil rutas,
quemé mis dos alas,
por lares distantes, con honda inquietud.
Y luego cansado,
cubiertas mis sienes,
con hebras de plata, por todo blasón,
he vuelto buscando,
la paz y el sosiego,
que calmen la fiebre de mi corazón.
¿Y ella?, la dulce Beatriz amada,
que adoré con frenesí...
la de los raudos cabellos negros,
y labios rojos como el rubí.
La que otrora fue mi locura
y hoy de nostalgia invade mi ser,
mientras pensando tras los cristales,
miro la lluvia caer... caer…