Trenza de ocho, tradición,
que va entrando en la leyenda
con el tirador, la prienda,
el chiripá y el facón.
El anca del redomón
ya no siente tu caricia
ni la china ¡esa delicia!
Se acomoda sobre el rollo,
con su carne de pimpollo
y sus ojos de malicia.
Con el triunfo de tu bando,
estás ligao a la historia
que ande hubo que ganar gloria
allí estabas culebriando.
Con Güemes estabas cuando
se le cuadró al poder real
y el emblema nacional
impuso a los chapetones
tomándoles los cañones
volcando, por lujo, un pial.
Zumbando en los entreveros
fuiste temor de la indiada
en esa época pasada
de malones traicioneros,
y en los combates camperos
si alguna vez te ha apurao
un salvaje retobao
que se vino sobre el lazo,
resonó tu cimbronazo
como cordaje templao.
Ya, ni es criollo el malacara,
ni te floriás en la yerra,
ya te vas, lazo ‘e mi tierra,
ya te han dao güelta la cara…
Y entre horquetas de tacuara,
nuevito y bien jabonao
vas a morir estaquiao
junto al galpón de ladrillos
secando los calzoncillos
de algún nación acriollao.