No sé lo que pasó, ni cómo fue;
me atropelló un relámpago de historia.
Se descubrió el telón, sin discreción,
y desperté colgado en mi memoria.
Se abotonó el recuerdo por la piel
del niño solitario que crecí,
alzándome en un vuelo a la estación más carmesí
del otoñal corazón…
Perdido en la razón,
revuelto en la inquietud,
mis manos son un pájaro sin rama.
Un piano, un para qué, me pulsan la virtud
de andar con cada huella un pentagrama.
Prendido a la pasión
ensayo juventud,
la música convida su proclama;
retorno a lo que soy, con toda plenitud…
y empiezo a remontar otro final.
No sé lo que pasó, ni cómo fue;
me amaneció la vida con su gloria.
Parado frente a mí, pura emoción,
estaba yo girando por la noria.
Entonces el destino y su pincel
me dieron pasaporte y renací,
con alegría inmensa a la canción más carmesí
del otoñal corazón…