¿Adónde va la tinta de mis dedos
heridos de tabaco, en letra viva,
los tigres oxidados del desvelo,
y esta vieja resaca de la vida?
Mis hojas son, en blanco, las espadas
que cortan el silencio en dos mitades,
y bailan una tregua como famas
si cae alguna letra de mi carne.
Y salgo a ver el mundo en calesita,
me paro en cada estatua a ver quién soy.
Si me voy,
siempre regreso en la guitarra,
con un tango en mi costado
y un prestado corazón.
Me enamoran los trenes los domingos,
cuando silban canciones para vos;
son legiones de quijotes que deambulan,
y te buscan y preguntan dónde va
tanto dolor.
¿Adónde va la tinta de este tango
que grita mi amasijo en cada esquina?
¿Adónde va el intento de mis manos
de hacer un nuevo verso de mis ruinas?
Me subo en el colmillo de un poema,
perforo los carteles del recuerdo,
y juego con mi sombra a hacer gambetas
al diablo que me mira en el espejo